El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, catalogó ayer el derrame de crudo de una plataforma petrolera en el estado norteamericano de Louisiana como “una catástrofe natural masiva y posiblemente sin precedentes”. Al visitar el lugar del desastre, prometió que su administración continuará dando una respuesta “implacable” al derrame de crudo. “No ahorraremos recursos para limpiar cualquier daño causado”, dijo el mandatario en Venice, donde se coordinan esfuerzos para combatir la mancha de petróleo. Su viaje se produjo en momentos en que arreciaban las críticas contra el gobierno por su lenta reacción ante una catástrofe que puede provocar pérdidas millonarias a la industria pesquera y turística de varios estados.
Las causas del accidente deberán ser investigadas a fondo –dijo Obama–, pero ahora lo clave es “el incansable intento” por frenar el flujo del crudo a las aguas, que amenaza a uno de los ecosistemas más ricos del país. “No descansaremos hasta tanto los agujeros estén cerrados y la región esté limpia”, aseveró el mandatario tras reunirse con funcionarios estatales y federales en Louisiana. Subrayó que el consorcio petrolero británico British Petroleum (BP) es responsable de la continua salida de petróleo y pagará por ello.
El presidente estuvo en Louisiana para supervisar los esfuerzos por combatir el desastre medioambiental generado en el Golfo de México como consecuencia del hundimiento de la plataforma. Tras llegar a Nueva Orleáns iba a continuar su periplo en helicóptero a Venice, en la desembocadura del Mississippi, pero un clima ventoso y lluvioso lo obligó a seguir en automóvil.
Antes de su visita hubo críticas contra su administración, que señalan que no reaccionó lo suficientemente rápido a la catástrofe. Obama lo rechazó al afirmar que desde el primer día se prepararon para lo peor, aunque tuvieran la esperanza de que las cosas resultaran lo mejor posible.
La plataforma operada por BP se hundió a 1500 metros de profundidad, tras una explosión el 22 de abril cuyas causas, se desconocen y desde entonces fluyen diariamente al mar unas 700 toneladas de crudo, con lo cual la mancha de petróleo se expande rápidamente.
En tanto, las autoridades prohibieron la pesca en amplias zonas del Golfo de México que quedaron expuestas al daño ecológico. La prohibición de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica afectará durante 10 días tanto a la pesca comercial como la aficionada. El área afectada se extiende desde el delta del Mississippi, en el estado norteamericano de Louisiana, a Bahía Pensacola, en el estado de Florida.
Científicos acudieron a la zona para determinar la seguridad de los dos tipos de pesca en el área, y la ingesta de pescado de las aguas afectadas. Varios funcionarios de estados lindantes con el Golfo expresaron su creciente frustración por el ritmo de respuesta oficial, al tiempo que seguía siendo impredecible el movimiento de las masas de crudo en el mar. Cuatro estados norteamericanos –Alabama, Mississippi, Louisiana y Florida– están enfrentando la situación y se declararon en emergencia. El gobernador de Louisiana, Bobby Jindal, dijo que las proyecciones apuntan a que el crudo más pesado llegará a la costa hoy, luego de que el viernes se reportaran los primeros indicios de petróleo.
Ayer se detectaron finos ramales de la mancha petrolera –de unos 9800 kilómetros cuadrados– en los canales entre las pequeñas islas frente a la costa de Louisiana.
El jefe de la guardia costera estadounidense, el almirante Thad Allen, prevé que durante esta jornada llegará también una primera tanda de petróleo a las costas de Mississippi y Alabama, al tiempo que señaló que todo depende de la situación meteorológica y la dirección del viento. El sábado, el presidente Obama nombró a Allen jefe del operativo de lucha contra la pérdida de petróleo. |
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