El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, alertó durante una visita al estado de Luisiana que el vertido incontrolado de crudo en el Golfo de México podría provocar un desastre ecológico "potencialmente enorme y sin precedentes".
"Creo que el pueblo estadounidense es consciente ahora, ciertamente los habitantes aquí del Golfo lo son, de que estamos afrontando un desastre ecológico potencialmente enorme y sin precedentes", afirmó Obama desde Venice, al sur de Luisiana.
"El petróleo que fluye del pozo podría dañar seriamente la economía y el medioambiente de nuestros estados del Golfo", afirmó en unas breves declaraciones a la prensa.
Añadió que las repercusiones podrían durar "mucho tiempo" y amenazar los medios de vida de miles de estadounidenses que consideran "este lugar su hogar".
Aseguró, por lo demás, que "podrían ser necesarios muchos días para detener" el derrame que comenzó el pasado 20 de abril a raíz de la explosión y posterior hundimiento de una plataforma petrolífera operada por British Petroleum (BP).
El presidente respondió también a los críticos que aducen que su Gobierno no ha actuado con la suficiente celeridad en el caso.
"Nos preparamos y planeamos para lo peor desde el primer día, aunque esperamos lo mejor", insistió y recordó que su administración lanzó una investigación "inmediatamente" después de la explosión para aclarar lo sucedido.
Añadió, además, que su Gobierno lleva a cabo un esfuerzo "implacable" para hacer frente al derrame y dijo que no se dará por satisfecho hasta lograr contenerlo.
Los críticos sostienen que la Casa Blanca no ha actuado con suficiente rapidez frente al derrame y dicen que podría convertirse en el "Katrina" de Obama, en referencia al huracán que golpeó Nueva Orleans en el año 2005 y que lastró la popularidad del presidente George W. Bush por la lentitud oficial ante la tragedia.
Al igual que Obama, la secretaria de Seguridad Nacional, Janet Napolitano, restó hoy legitimidad a esas críticas al afirmar que el Gobierno ha estado alerta desde el primer momento.
"La respuesta física sobre el terreno ha sido desde el primer día como si este pudiese ser un fallo catastrófico", afirmó hoy Napolitano, quien dijo que el Gobierno está utilizando todos los recursos a su alcance para minimizar el impacto del vertido.
Las últimas estimaciones indican que el derrame ronda los 800.000 litros de petróleo diarios, aunque Lamar McKay, presidente de British Petroleum en EE.UU., concesionaria de la plataforma hundida, dijo hoy que es imposible predecir la magnitud.
El ejecutivo insistió en que un fallo técnico del mecanismo que debería de haberse activado para sellar el pozo explica que el petróleo siga fluyendo libremente.
Varios brazos robóticos son controlados por hombres en el fondo marino para intentar cerrar el pozo.
McKay adelantó, por lo demás, que la gigantesca estructura que construyen los ingenieros de la firma para contener el derrame podría estar instalada en el plazo de "seis a ocho días".
La citada estructura es una especie de cúpula gigante que se colocaría sobre las fugas en el oleoducto a través de las que se vierte el petróleo, que se acumularía dentro de la cúpula y se bombearía fuera de ella evitando así el derrame directo en el mar.
A la espera de los resultados de esa iniciativa, el secretario del Interior de EE.UU., Ken Salazar, dijo que para lograr una "solución definitiva" podrían ser necesarios tres meses.
Esa solución implica la construcción de un pozo alternativo a través del que se inyectaría un líquido más pesado que el petróleo que actuaría como una especie de tapón e impediría que el crudo siga fluyendo a la superficie.
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