El recurso hídrico en nuestra provincia, todos lo sabemos, es crítico. Unas veces por la falta de nieve en la alta montaña y otras por el mal manejo que se hace de él. Y lo bueno, o curioso, es que todos nos golpeamos el pecho cuando surge algún problema que deja al descubierto la ineficacia de los entes de control.
Ya sé. Me dirán que éstos fueron los que detectaron el mercurio en el agua que va a las plantas Alto Godoy y Benegas (de donde se abastece una gran parte del Gran Mendoza). Pero... ¿sabe qué? pienso que el verdadero control debe ejercerse para prevenir.
De antemano se sabía que existían establecimientos con antecedentes en materia de vuelcos no permitidos, lo que me hace suponer que los controles se relajaron un poco. Ahora, claro, se activó el alerta y felizmente por un tiempo tendremos la seguridad de que el agua que tomamos en toda la provincia será buena, lo que nos da tranquilidad física y espiritual.
Ahora bien, también se sabe que hoy, con la vorágine de sucesos globalizados pronto el tema será historia de archivos y alguno que otro científico o técnico seguirá, con los pocos recursos que tiene, controlando como pueda la calidad del agua, pero siempre después. Siempre al filo de la navaja.
Todo esta reflexión que no es exagerada, según creo, me trajo a la memoria que la contaminación de los cauces que llevan agua a plantas potabilizadoras no es nueva como tampoco los cortes imprevistos. Desde que tengo uso de razón escucho hablar de la necesidad de entubar estos conductos porque es difícil controlarlos y evitar de paso las pérdidas por infiltración.
Estos cauces atraviesan zonas densamente pobladas y hasta asentamientos urbanos precarios donde el destino final de los residuos domiciliarios y cloacales es, precisamente, el agua. Históricamente fue el recurso purificador utilizado por los humanos y por lo tanto es una costumbre muy difícil, diría imposible, de revertir. ¿Entonces? Es simple, como ya lo señalé. Hay que adoptar una decisión política y no solamente en el Gran Mendoza y para muestra basta un botón, o dos.
En San Rafael, hace un tiempo, por obras debió cortarse el agua en un zanjón que provee el agua a una de las plantas. Media ciudad se quedó casi o sin agua durante unos días. Aparecieron explicaciones de toda índole, pero el problema está latente. Nunca se hicieron las obras que en ese momento se señalaron como prioritarias y no tan costosas.
Es muy fácil suponer que precisamente desde el 1° de mayo, según lo anunció Irrigación, que empieza el corte anual para la limpieza de cauces la provisión de agua potable en gran parte de esta ciudad sureña estará nuevamente expuesta a una contingencia. ¿Y si prevenimos?
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