La mayor parte de los recursos hídricos, dicho de otro modo, el agua que consume Tenerife tiene origen subterráneo. En términos relativos, el 85 por ciento del volumen total del líquido elemento proviene de aprovechamientos que duermen bajo tierra. Y pese a que sus posibilidades no son ya las de hace unas décadas, estas balsas continuarán siendo parte importante para el abastecimiento de la isla.
Así lo explicó ayer el gerente del Consejo Insular de Aguas de Tenerife, José Fernández Bethencourt, quien reconoció que estos recursos «están decayendo», si bien precisó que la pérdida, frente a lo que podría pensarse inicialmente, no guarda una relación directa con el consumo: «De hecho, aunque se cerrasen y se dejase de extraer agua, el nivel seguiría bajando», aclaró.
Precisamente, Bethencourt fue ayer el encargado, junto al consejero de Aguas del Cabildo de Tenerife, Pedro Suárez, y el mismo presidente de la institución, Ricardo Melchior, de presentar el avance del Plan Hidrológico de la isla, un corpus documental que ha de sentar las bases de la futura relación con el fluido vital y que entra ahora en la fase de presentación pública. «Durante los próximos seis meses, se realizarán talleres y reuniones de carácter comarcal para informar, buscar el mayor consenso posible y analizar problemas puntuales», indicó Suárez. Una vez superada esta fase y redactado el documento final, Tenerife tendrá actualizado un plan que acumula ya una antigüedad de 13 años y que debe atender a las directrices comunitarias.
De nuevo al respecto de la explotación de los acuíferos, el gerente del Consejo de Aguas presentó como alternativas contempladas en el documento la depuración y la desalación, si bien precisó que los recursos subterráneos continuarán siendo la fuente primordial de abastecimiento de la isla, aunque no en niveles como los registrados al inicio de la década de los 70, momento en que «alcanzaron su tope». Tanto fue así que, tal y como recordó Bethencourt, la implantación de un buen número de las industrias con que cuenta el tejido productivo tinerfeño resultó posible gracias a la abundancia de los recursos hídricos. Sin embargo, en la actualidad, un mayor esfuerzo «no garantizaría» obtener aquellos niveles de extracción. En resumen, aunque las posibilidades de los acuíferos no serán las de antaño, seguirán siendo la principal fuente de alimentación hídrica, lo que no obsta para que el futuro pase también por la diversificación. En este punto, Bethencourt avanzó que está previsto que Tenerife disponga, a corto y medio plazo, de cinco nuevas desalinizadoras: en Los Realejos, Granadilla de Abona, Guía de Isora (estas tres ya en fase de construcción), Güímar y La Laguna.
En lo tocante al modelo de consumo, el representante del Consejo Insular de Aguas explicó que se ha apostado por una fórmula «de transición», que, entre otras cosas, permitirá seguir sustentando la demanda a partir de las balsas subterráneas. «El plan persigue objetivos ambiciosos, pero no de máximos», aclaró, antes de añadir que Tenerife está «mucho más cerca» que otros lugares del país de cumplir los mandatos de Europa.
Cinco desalinizadoras más Tenerife está «mucho más cerca» que otras zonas del país de cumplir los mandatos de Europa El plan contempla cinco nuevas desalinizadoras en cinco municipios distintos
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