British Petroleum (BP) logró sellar ayer una de las fugas secundarias de crudo en el lecho marino del Golfo de México, mientras un ejército de operarios, voluntarios y militares luchaba en la superficie para evitar que una descomunal marea negra bañara la costa norteamericana, en una de las operaciones de contención más grandes de la historia.
El gigante energético británico, que perdió la plataforma alquilada Deepwater Horizon después de una explosión y hundimiento 16 días atrás, logró ayer tapar una de las tres fugas de crudo del pozo submarino dañado, en una tarea en la que fueron utilizados vehículos submarinos a control remoto.
Sin embargo, el petróleo manaba ayer sin cambios desde el pozo principal a razón de 5000 barriles diarios (unos 800.000 litros), según las estimaciones más conservadoras, mientras que las pesimistas sostenían la cifra de 40.000 barriles vertidos por día.
El operativo de sellado de la fuga mayor comenzó ayer, cuando BP envió a la zona del desastre un gigantesco compartimento de acero para ser instalado sobre el pozo, una tarea que demandaría seis días, pese a que nunca fue probado a 1500 metros de profundidad y su éxito no está garantizado. Una vez colocada la campana o cúpula de 98 toneladas, la petrolera espera controlar el derrame mediante el bombeo del crudo hacia la superficie para ser contenido en un supertanquero. BP también comenzó a perforar un pozo de alivio, pero esa operación podría tardar de dos a tres meses en completarse.
En tanto, equipos de emergencia se preparaban ayer para una segunda quema controlada del crudo ante el regreso del clima favorable, que les permitiría emprender este intento de proteger la costa sudeste de Estados Unidos. El 28 del mes pasado, una impresionante llamarada de 28 minutos de duración eliminó miles de litros de crudo.
Mientras tanto, la inmensa mancha de 208 por 112 kilómetros, similar al tamaño de Puerto Rico, ayer seguía a la deriva en las aguas del Golfo. Dos imágenes satelitales indicaban que la mancha llegó al delta del Mississippi y a las islas Chandeleur, frente a la costa de Luisiana.
Varios cientos de embarcaciones aprovecharon el segundo día de calma en el mar para intensificar una operación que involucra a por lo menos 6000 militares de la guardia nacional en tierra y 2500 civiles. Adicionalmente, 2000 voluntarios de las comunidades costeras del Golfo se preparaban para colaborar con la limpieza.
Mientras tanto, el Pentágono avanzó con su plan de despliegue de 17.500 efectivos de la Guardia Costera entre Luisiana y Florida. Miles de soldados continuaron la limpieza y el rastrillaje de cientos de kilómetros de playas y bloquearon amplios sectores de la costa con centenares de kilómetros de barreras.
En Venice, Luisiana, grupos de trabajadores cargaban largas barreras de protección en barcazas como parte del plan para proteger la vasta red de estuarios y canales que forman el delta del Mississippi. "Vamos a vigilar la calidad del agua y en cuanto veamos petróleo colocaremos la barrera", dijo Kurt Fromherz, vocero de la comunidad de Plaquemines.
Después de casi dos semanas de derrumbe que redujo en más de 32.000 millones de dólares el valor de mercado de la compañía, las acciones de BP subieron ayer un 0,4%.
El derrame también tuvo un alto impacto en la política energética norteamericana. Ante la magnitud de la catástrofe, el presidente Barack Obama se vio forzado a suspender su plan de ampliación de la perforación mar adentro, que fue anunciado el mes pasado para conseguir a cambio el apoyo de los republicanos a su legislación de cambio climático.
La Casa Blanca, además, anunció que revisará las leyes que limitan la responsabilidad de BP por el lucro cesante de la actividad de la pesca, el turismo y otros negocios a 75 millones de dólares para elevarla hasta los 10.000 millones.
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