Son pocas las ciudades que viven sobre el agua: Venecia, Amsterdam, la palmera de Dubai... Se trata en estos casos de urbes que fueron diseñadas de ese modo. Sin embargo, hay otras donde no hubo una elección de los habitantes o de sus fundadores y las aguas brotan espontáneamente y en los lugares más impensados, ignorando la presencia del hombre y los malestares que provocan.
Las pérdidas de agua potable y de líquidos cloacales forman parte del paisaje de San Miguel de Tucumán desde hace mucho tiempo. Según un informe de la Secretaría de Obras Públicas municipal el 30% de las cañerías se halla obsoleto; es decir, ya cumplió su período de vida útil y debe ser reemplazado. Se detectaron alrededor de 200 pérdidas de agua potable.
En nuestra edición de ayer dedicamos un amplio espacio a la consideración de este problema que afecta a muchos vecinos y provoca daños en el pavimento. De acuerdo con el convenio firmado por la Municipalidad y la Sociedad Aguas del Tucumán (SAT), ante cada denuncia, la empresa tiene un plazo de 15 días para reparar el daño. Pero esto no suele suceder porque la demanda supera la capacidad operativa de la firma. Como consecuencia de la demora y de la necesidad de darle una respuesta a los vecinos, muchas veces el municipio se hace cargo de las refacciones. Hay sectores como en Crisóstomo Alvarez al 1.800 o en Don Bosco al 1.800, donde la pérdida es importante. En esta última calle, se estima que fluyen por el pavimento unos 12.000 litros de agua potable por hora.
Los derrames cloacales generan situaciones más que preocupantes y transformarse en un problema de salud pública. Según el relevamiento municipal, hay pérdidas de aguas servidas en Corrientes al 2.900, Viamonte al 2.200, Ecuador al 4.700, avenida Mate de Luna y Patricias Argentinas, Viamonte e Italia, Inca Garcilaso al 1.800 y San Lorenzo al 4.600.
La SAT, por su parte, atribuye los inconvenientes a las instalaciones obsoletas, a la sobredemanda de la red y la falta de cultura de los usuarios que arrojan elementos que dañan la red. El plantel de la compañía está formado por 750 empleados, del cual el 60% efectúa tareas de mantenimiento. Dos funcionarios de la SAT dijeron que la ciudad cuenta con innumerables conexiones pluviales clandestinas, que se unen a la red cloacal y la hacen desbordar cuando llueve. Según señalaron la empresa está realizando grandes inversiones para ampliar la red cloacal y mejorar el servicio de agua y que hubo un período de mucha desinversión. En el centro, la antigüedad de las redes es superior a los 70 años. "Hay que ir cambiando de a poco las cañerías. Estamos buscando usar tecnología adecuada para no tener que romper todo el pavimento", aseveró el gerente de obras de la SAT.
El relevamiento municipal no especifica cuántos litros de agua se derrochan por las roturas, pero seguramente la cifra debe ser más que preocupante. La herencia recibida siempre es el argumento preferido para explicar por qué no se resuelven los problemas importantes. Hace mucho tiempo se sabe que es necesario renovar y ampliar las redes de agua potable y de cloacas en San Miguel de Tucumán, pero los gobiernos han preferido invertir en pavimentación antes que en efectuar estas obras imprescindibles para la ciudad porque les proporciona réditos políticos. De poco sirve pavimentar si luego se va a tener que romper para efectuar la reparación de cañerías. Estos sucede a menudo y varias veces, con la consecuente erogación de dinero que es de los ciudadanos. En lugar de una política de parches, se debería diseñar un plan integral y la inversión correspondiente que brinden las soluciones de fondo para que la ciudad no navegue en las aguas. |
|
|