Mientras una enorme mancha de petróleo sigue dañando la riqueza del Golfo de México, tras la explosión hace dos semanas de una plataforma de extracción, ambientalistas insisten en que la catástrofe debería servir de alerta para acabar con las perforaciones en el mar y para alejarse de los combustibles fósiles.
Algunos en Washington comienzan a escuchar.
Estados Unidos debería comenzar a dar pasos hacia una economía verde, afirmó el martes el senador Robert Menendez, del gobernante Partido Demócrata. "Ahora todos deberíamos tener claro que la perforación en el mar no es muy segura, y nunca lo ha sido".
Por su parte, el director ejecutivo de la organización ambientalista estadounidense Sierra Club, Michael Brune, comparó el derrame de petróleo con una "boca de incendios decapitada".
"Lo que no sé es cuántas veces debemos tener esta conversación" sobre pérdidas de petróleo en lugares como el Golfo de México, el océano Ártico y el río Amazonas, dijo a periodistas.
El viernes, Brune había dicho que el derrame marcó "el límite de nuestra adicción por los combustibles fósiles".
Por su parte, la directora ejecutiva del grupo Environment America, Margie Alt, señaló: "Tenemos que tomar esto como una lección para pasar a una economía de energías limpias".
El petróleo comenzó diseminarse cuando la plataforma "Deepwater Horizon", que la empresa British Petroleum (BP) arrendaba a la firma Transocean, con sede en Suiza, sufrió una explosión el 20 de abril y se hundió. Se estima que el pozo ahora vierte 5.000 barriles de 159 litros de crudo al día en las aguas del Golfo de México.
Los esfuerzos para detener el derrame hasta ahora han sido vanos y es incierto si alguno efectivamente funcionará. Es considerado el peor desastre ambiental y económico para Estados Unidos desde que el barco petrolero Exxon Valdez vertió en 1989 casi 50 millones de litros de crudo en la bahía de Prince William Sound, en el noroccidental estado de Alaska.
Mientras se redoblan esfuerzos para detener la mancha de crudo, en Washington predomina un sentimiento de traición.
"Desde hace tiempo la industria petrolera nos ha dicho que no pasaría, pero lamentablemente sucedió, y ha sucedido antes, no sólo en nuestro país sino en todo el mundo", dijo Menendez.
El legislador se refirió repetidas veces al derrame de la plataforma de Montara, en el mar de Timor, entre Australia y Timor Oriental, que duró 10 semanas el año pasado.
El director ejecutivo de British Petroleum, Tony Hayward, dijo a la estadounidense National Public Radio el martes que consideraba improbable que el desastre en el Golfo de México llegara a la misma magnitud.
El derrame ha tenido un impacto en el debate público estadounidense.
Las perforaciones petroleras marítimas eran ya un tema caliente en la política de este país desde hace un par de años.
Desde el aumento de los precios del gas en el verano boreal de 2008, crecen los llamados a una economía verde, con una mayor apelación a fuentes de energías renovables como la solar y la eólica.
Sin embargo, líderes del opositor Partido Republicano, incluyendo al ex candidato presidencial John McCain, han llevado adelante una campaña a favor de la extracción de combustibles fósiles bajo el lema "Drill, baby, drill" ("Perfora, cariño, perfora").
Encuestas en los últimos meses señalaron que alrededor de dos tercios del público estadounidense estaba a favor de las perforaciones marítimas.
El senador demócrata Frank Lautenberg espera que ahora se reconozcan los riesgos que implica esa industria.
"Cuando dijimos que la extracción marítima era peligrosa, dijeron ‘perfora, cariño, perfora’. Cuando dijimos que basta con un solo derrame para devastar nuestras costas, dijeron ‘perfora, cariño, perfora’", señaló el legislador el martes.
Lo que ocurre ahora es una "bomba atómica ambiental", sostuvo.
Al menos un prominente político ha tomado una lección de lo ocurrido en el Golfo. El gobernador del occidental estado de California, Arnold Schwarzenegger, decidió suspender un plan con el que pensaba cubrir el déficit presupuestal de su administración, vendiendo permisos para realizar extracciones marítimas en la costa de la ciudad de Santa Bárbara.
El gobernador mencionó que las imágenes del derrame en el Golfo habían sido un factor fundamental en su decisión.
Santa Bárbara ya sufrió un derrame en 1969, tras la explosión de una plataforma. Esa catástrofe originó un amplio movimiento ambiental, el mismo que ahora se ve fortalecido tras la tragedia en el Golfo.
Impacto en la legislación
El derrame también podría afectar los actuales esfuerzos para que el Senado estadounidense apruebe una ley contra el recalentamiento planetario.
Esos esfuerzos se basaban en otorgar concesiones a políticos conservadores más proclives a aceptar la nueva norma. Una de esas concesiones fue el anuncio hecho por el presidente Barack Obama el mes pasado de que levantaría la prohibición a nuevas perforaciones petroleras en algunas aguas estadounidenses.
Pero el anuncio no tuvo el efecto esperado. Por el contrario, ahora algunos senadores progresistas señalan que no aprobarán la ley si se permiten nuevas extracciones.
"La propuesta del presidente ya estaba muerta al llegar", dijo el demócrata Bill Nelson, del sudoriental estado de Florida. "Si la perforación marítima es parte de la legislación sobre cambio climático, esa legislación no irá a ninguna parte", sostuvo.
Por su parte, Menendez dijo que había otro tipo de concesiones que podrían interesar a los conservadores sin apelar a las perforaciones, como construir nuevas plantas de energía atómica e impulsar investigaciones en "carbón limpio".
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