Dos paneles solares instalados en la terraza chupan, como esponjas gigantes, la energía que ilumina la fachada de lo que alguna vez fue un teatro, en Palermo, y hoy es el primer hostel ecológico de Buenos Aires. Adentro, lámparas, computadoras y termotanques también se aprovechan de esta forma alternativa de obtener energía. Así, si bien no cubren el 100% del total del consumo, el ahorro es importante.
Silvina Braver, una de los dueños de Pampa Hostel, invita a recorrer. El hall de recepción, que por las noches se convierte en bar, tiene sillones, mesitas, sillas, espejos, banquetas, lámparas todas recicladas, compradas en casas de antigüedades o conseguidas por pocos pesos en remates. Las habitaciones también tienen ese estilo: ningún mueble es igual a otro y todos fueron reacondicionados con diseños modernos, hiper coloridos.
El agua, en este lugar, se cuida como oro. Pablo Gueilburt, socio del hostel, cuenta que los inodoros tienen doble descarga de agua, porque a veces sólo se necesita usar un tercio del total de agua almacenada; además, un sistema permite que el agua de las duchas (que tienen dosificador) se reutilice en los inodoros. En las habitaciones, cocina y baños hay carteles de señalización que invitan a usar el agua justa para lavarse las manos y los dientes; al lado de las duchas, un reloj de arena recuerda que el tiempo pasa y el agua corre mientras uno está allí, remojándose.
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Los días de lluvia son un momento de gloria en el lugar y todo está preparado para que nada se escurra y se pierda. Unas canaletas conducen el agua a los canteros donde una huerta con repollo, lechugas, hierbas aromáticas abastecen a los visitantes del hostel. El resto se almacena para limpiar la terraza o pasar los pisos de esta casona de tres pisos donde reina el principio de las tres R: reciclar, reusar, reducir.
En cada habitación, sobre las pintorescas mesas de luz, descansan los Life Style, manuales que, como "biblias verdes", repasan los principios sagrados del lugar.
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