El mercado petrolero internacional se convulsionó ayer con el anuncio de la empresa Rockhopper Exploration que reveló el “descubrimiento’ de hidrocarburos en la cuenca norte de las islas Malvinas. Hubo titulares de festejo en la prensa británica, una inmediata protesta argentina y las acciones de la compañía petrolera treparon un 138 por ciento en apenas 45 minutos.
De todas formas, todavía hay más dudas que certezas en torno al hallazgo de oro negro en el archipiélago, cuya soberanía es reclamada por la Argentina históricamente.
Si se lee con detenimiento el comunicado oficial de Rockhopper, en ninguna línea se determina si el petróleo encontrado es viable comercialmente, aunque sí se advierte que se “recolectará información adicional antes de decidir si se tapa y abandona el pozo o se suspende para evaluaciones futuras”. Sí se afirma que “la información inicial recolectada indica que se trata de un descubrimiento petrolero”.
Hasta en la embajada británica en Buenos Aires se impone la cautela. Su vocero, en diálogo con El Cronista, aseguró que “sabemos de la existencia de gas y petróleo desde 1998. La pregunta clave es si existe en cantidades comercialmente viables, y hasta ahora no se las ha encontrado”. Y aclara que “el anuncio es un anuncio que la compañía hace al mercado”.
Lo cierto es que Rockhopper aprendió la lección que le dejó Desire Petroleum, la primera petrolera que exploró en Malvinas y que luego de semanas de exploración reveló el mes pasado que no había hallado hidrocarburos en cantidades suficientes como para que sean considerados “comercialmente viables”. Ese comunicado hundió las acciones de la compañía en pocas horas.
Ayer, Rockhopper logró el efecto contrario con el anuncio oficial más las declaraciones positivas del director gerente de la petrolera, Samuel Moody, que dijo: “Estamos extremadamente entusiasmados con los resultados del pozo. En tanto que al momento estamos abocados a conseguir más
información al respecto, las indicaciones son que efectivamente hemos realizado el primer descubrimiento de petróleo en la cuenca de Falklands Norte. Nos centramos en analizar en detalle la mayor posible información sobre el pozo, continuamos a prepararnos para perforar en la zona Ernest más adelante en el año”.
n Buenos Aires, el canciller Jorge Taiana, salió rápidamente al cruce del anuncio de la empresa. En un comunicado del Palacio San Martín, el Gobierno manifestó que “la Argentina rechaza de la manera más enérgica el intento de apoderarse ilegalmente de recursos naturales no renovables, propiedad del pueblo argentino”. Y destaca que “hace saber tanto a las autoridades del Reino Unido, que autoriza dicha exploración, como a la empresa involucrada en estas actividades ilegales que el Gobierno argentino continuará denunciando en todos los foros internacionales esta acción ilegal británica y tomando las medidas que sean necesarias, conforme al Derecho Internacional, para impedir la continuación de estas acciones ilegales”.
Claro que, también en Buenos Aires, ante una consulta de este diario, el vocero de la embajada respondió una vez más que “el gobierno británico no tiene dudas de su soberanía sobre las islas y los territorios marítimos circundantes, y que además respetan el derecho de los isleños a desarrollar la industria carbonífera”.
Esta es la relación sin diálogo diplomático que ambos países vienen teniendo sobre el tema, a pesar de que desde 1965 una resolución de las Naciones Unidas insta a Londres y Buenos Aires a iniciar una negociación que resuelva la disputa de soberanía sobre las islas.
La campaña petrolera que se inició en febrero pasado, con la llegada de la plataforma submarina Ocean Guardian, es el segundo intento de los kelpers, con anuencia británica, de encontrar también los recursos económicos que le aseguren un futuro sin dependencia de la Argentina continental. La primera exploración tuvo lugar en 1998, cuando la holandesa Shell confirmó la existencia de hidrocarburos, pero de mala calidad.
A fines de marzo, Desire Petroleum anunció que el petróleo encontrado en el primer pozo no era comercialmente viable. Ayer, Rockhopper, no dijo lo contrario. ‘Hay que seguir esperando‘, dicen en Cancillería, aunque admiten que desde ayer subió el termómetro de la preocupación en el Palacio San Martín.
La lección de Desire Petroleum
Podría decirse que Desire Petroleum dejó una enseñanza para las otras empresas que invierten ilegalmente en Malvinas. La petrolera fue demasiado honesta en la información que brindó a sus accionistas del otro lado del Atlántico y apenas se supo que el petróleo encontrado en su primera exploración era de mala calidad, sus acciones se desplomaron 50 por ciento en un solo día. De nada valieron los comunicados posteriores asegurando que todavía el resultado no era definitivo. Rockhopper aprendió la lección. Desde el principio, cuando hace un mes comenzó con las exploraciones, adelantó que no brindaría información preliminar, y ayer cuando finalmente lo hizo se mostró entusiasta ante un mercado ávido de identificar una nueva cuenca petrolera. De todas formas, como lo había hecho Desire, el comunicado de Rockhopper advierte que todavía hacen falta más estudios para determinar si hay que abandonar el pozo, lo que equivale a decir que aún no se sabe si el hallazgo de petróleo es viable.
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