“Desalentar y encarecer”. Esa es la forma en que un funcionario de la Cancillería define la estrategia del Gobierno frente a la exploración petrolera en Malvinas, autorizada de manera ilegal y unilateralmente por la administración de las islas. Hasta hoy, con la ayuda de la suerte y también por los vaivenes del mercado petrolero internacional, ese plan está funcionando, aunque no hay garantías de que en los próximos meses el viento del Atlántico Sur siga soplando a favor de la Argentina.
El término “desalentar” se relaciona con lo que Jorge Taiana considera dos triunfos diplomáticos resonantes en lo que va del año: las firmas de 33 Jefes de Estado de América latina y el Caribe (incluso los países de habla inglesa, tradicionalmente cercanos a las posiciones del Reino Unido) reunidos en Cancún en febrero en el documento de condena a la explotación petrolera y la declaración de apoyo a la posición de Argentina por parte de los 12 mandatarios de la Unasur que se encontraron en Campana a principios de esta semana. No hay garantías de que el Reino Unido se decida esta vez a escuchar esas exhortaciones, pero es cierto que siempre es más difícil enemistarse con un Estado con aliados que con un país aislado de la comunidad internacional.
“Encarecer” se refiere a la táctica del Palacio San Martín de hacer más difícil toda la operación de exploración en las remotas aguas de Malvinas. Por eso fueron cerrados los puertos argentinos a los barcos que llegan de las islas y por eso amenazaron con sanciones a las compañías que presten apoyo a las tareas de búsqueda del petróleo. Es una estrategia difícil de sostener, sobre todo porque Chile es un lugar de abastecimiento permanente de los isleños y porque Uruguay es el lugar elegido por los barcos que tienen licencias de pesca emitidas por Malvinas para reaprovisionarse. En el Puerto de Montevideo suelen atracar incluso buques registrados en las planillas con bandera de las “Falkland Islands”, un estado no reconocido por Uruguay.
En ese punto del plan de Taiana la suerte podría ser determinante. Si los precios internacionales del petróleo se disparan y vuelven a marcar récords, una estrategia de ese tipo será imposible de sostener, ya que será más rentable su explotación e incluso las áreas con crudo o gas de poca calidad se convertirán en negocio. La posición argentina dependerá de la fortuna también porque podría aparecer petróleo de buena calidad en alguna de las otras dos áreas que licitaron los kelpers, y que todavía están vírgenes a la espera de que se desocupe la plataforma Ocean Guardian del trabajo que está haciendo hoy contratada por Rockhopper. Un ejecutivo de una petrolera con muy buena llegada a la Quinta de Olivos puso ese dilema en términos más directos: “la verdad es que estamos rezando para que no encuentren petróleo en Malvinas”, se sinceró ante El Cronista.
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