El hallazgo de petróleo en la zona marítima circundante a las islas Malvinas coloca nuevamente a nuestro país en otra situación potencialmente desventajosa, con su soberanía menoscabada y sin otro recurso de acción que la protesta enfática y el reclamo internacional.
Menos de tres meses después de que empresas del Reino Unido iniciaran las tareas de exploración de hidrocarburos en esa región marítima en disputa, una de ellas anunció que había encontrado petróleo en la cuenca norte, a 100 kilómetros de la Gran Malvina. El anuncio generó inmediata repercusión en Londres y la protesta enérgica del gobierno argentino ante lo que nuestro país considera como una apropiación ilegal de recursos naturales no renovables.
Los avances en la exploración y eventual explotación hidrocarburífera generan dilemas tanto para la política exterior británica como para la argentina. Para Gran Bretaña, supone el desconocimiento de un reclamo de soberanía que cuenta con reconocimiento y respaldo internacional.
Para nuestro país, cortados los vínculos comerciales y aislado el territorio insular por el escudo protector fijado por la presencia militar británica y la prohibición del tráfico marítimo entre Malvinas y nuestras costas, incrementa los costos de la marginación para los intereses nacionales en juego. Por el contrario, la existencia de recursos hidrocarburíferos en la zona podría representar un incentivo para la cooperación transnacional y para el reinicio de un tratamiento bilateral que incluya el tema de la soberanía.
El hallazgo de petróleo en aguas de las islas Malvinas coloca a nuestro país ante el desafío de responder de manera inteligente a un nuevo hecho consumado .
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