Tras un verano sediento, la crisis del agua parece haber pasado a un segundo plano en el listado de necesidades locales, sobre todo por la preponderancia de otro aspecto clave para la vida de los bahienses: el servicio de ómnibus.
A esta sensación también contribuyó el otoño y la llegada de los primeros fríos, con el consiguiente respiro para las castigadas reservas del dique Paso de las Piedras.
Sin embargo, la emergencia hídrica persiste, aunque con características diferentes a las que evidenciaba un año atrás, cuando el problema comenzó a ganar espacio en los medios periodísticos y en las agendas oficiales.
En ese marco podrían destacarse dos cuestiones principales, una mala y una buena, para el desenvolvimiento de la ciudad.
La negativa está dada por el paso, sin pena ni gloria, de la primera estación lluviosa del año (marzo-abril), donde tras algunas precipitaciones de importancia luego vinieron varias semanas de seca.
Incluso las precipitaciones no pudieron ser aprovechadas por el dique Paso de las Piedras porque se registraron mayoritariamente en la cuenca del arroyo Napostá y no en la del río Sauce Grande, principal afluente del embalse.
Algo de esto ya fue anticipado en enero pasado a este diario por Eduardo Sierra, profesor de Agroclimatología de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires, al señalar que tras un período de precipitaciones otoñales más importantes (no se dio en la forma esperada) llegarían nuevos meses de seca.
"Aunque las lluvias están bajando de manera paulatina, en los próximos 15 años habrá algunos momentos de mayor humedad, pero no serán suficientes para abastecer el consumo habitual de agua", dijo el especialista en una nota que "La Nueva Provincia" tituló "Habrá que aprovechar hasta la última gota de lluvia que caiga".
Luego de 25 años de humedad (1975-2000) ya ingresamos en otro cuarto de siglo de seca y el agua será un bien escaso en una zona semidesértica como la nuestra, donde resulta un despropósito seguir regando grandes superficies de césped con agua potable de red, entre otras enseñanzas que nos deja la crisis.
¿Mejor preparados? En cuanto al aspecto positivo que evidencia la emergencia hídrica con relación al año pasado, desde ABSA se asegura que las obras encaradas permitirán abastecer mínimamente y por sí solas el consumo residencial de la ciudad, sin depender del dique Paso de las Piedras.
De todas formas, resulta impensada una situación de este tipo por cuanto el lago posee agua suficiente como para llegar al verano sin nuevas precipitaciones.
El temor de la prestataria gira en torno a una floración algar lo suficientemente grave como para impedir la potabilización del agua que proviene del embalse.
Si bien el dique evidencia un descenso de su cota de 1,50 metros con relación a mayo de 2009, desde la empresa concesionaria se hace hincapié en lo sucedido durante el período comprendido entre diciembre de 2009 y febrero pasado, es decir, en los meses de mayor consumo.
Al respecto, se señala que tanto el 1 de diciembre del año pasado como el 1 de febrero último el dique tuvo una cota coincidente, es decir, sus reservas se mantuvieron gracias a un equilibrio entre el ingreso de agua, el consumo elevado del verano y las pérdidas por evaporación.
Las obras realizadas. En el marco de la emergencia y para tratar de paliar una coyuntura extremadamente difícil en el corto plazo, ABSA decidió encarar una batería de obras cuya ejecución insumió varios meses y no estuvo exenta de polémicas.
Los trabajos consistieron en la explotación del recurso subterráneo en la zona del Bajo San José (próxima a Cabildo), así como en la construcción de una toma sobre el río Sauce Grande, aguas abajo del dique.
También se reacondicionó la toma de captación existente en el paraje Los Mirasoles, a orillas del arroyo Napostá, y comenzó a concretarse otra similar en el predio que la Asociación Empleados de Comercio posee a la vera de dicho curso de agua, en Aldea Romana.
Todos estos recursos disponibles: agua subterránea y superficial del arroyo Napostá y del río Sauce Grande, representan el 40 por ciento de los 9 mil metros cúbicos/hora que se envían diariamente a la ciudad.
"Si tuviéramos un accidente severo (floración de algas) o llegásemos a la cota de 150 metros, esas fuentes alternativas nos permitirán un abastecimiento mínimo del sector residencial sin el dique", dijo Jorge Olaizola, gerente regional del ABSA.
"Sería una provisión mínima --agregó--, pero a diferencia del año pasado, ante un grado extremo, ya no tendremos que pensar en traer agua en trenes o en barco. La industrial no podría ser abastecida, pero, insisto, antes no teníamos esta posibilidad".
El directivo señaló que hoy Paso de las Piedras se encuentra estabilizado y tiene agua suficiente.
"Se podría dar un caso de emergencia grave por la presencia de algas, pero no por falta de agua. Estamos con una cota de 154 metros y si bien alguien dijo que a la cota 153,50 no se podría potabilizar más, es un disparate. No sé de dónde sacaron ese dato. La emergencia va a seguir, pero no es para alarmar a la gente diciendo que en 55 días se van a quedar sin agua", concluyó.
Si bien la naturaleza muchas veces resulta imprevisible y la cuenca del río Sauce Grande sabe de grandes crecidas que hicieron subir la cota del embalse dos metros en pocas horas, todo parece indicar que el escenario de estrechez se prolongará bastante tiempo.
Niveles de alerta
De acuerdo con el protocolo de operaciones establecido por la Autoridad del Agua (ADA) para el manejo del dique Paso de las Piedras, se establecieron tres niveles de alerta.
1
Alerta amarilla (cota 155).
2
Alerta naranja (cota 152). En esta etapa deben producirse restricciones y comenzar la búsqueda de fuentes alternativas de abastecimiento.
3
Alerta roja (cota 150). Fuertes restricciones y suspensión del suministro a las industrias.
Si bien el embalse nunca entró en alerta naranja, el 27 de junio del año pasado, con una cota de 155 metros, ABSA ya había aplicado restricciones e iniciado la búsqueda de fuentes alternativas.
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