A partir de la inquietud por amenazas del Vertedero “Cateura”, gigantesco basural de residuos situado en las afueras de Asunción, sobre el Rio Paraguay, que junto a sus afluentes, la Defensoría del Pueblo de la provincia pidió a las autoridades de la Cancillería argentina que intervenga en la cuestión a fin de evitar riesgos en la población y en el medio ambiente del territorio formoseño.
La Defensoría recordó que los concejales de la ciudad de Clorinda advirtieron recientemente que es necesaria la intervención de las autoridades federales competentes para atender la cuestión.
En este contexto, la Defensoría del Pueblo de la Provincia de Formosa, en una causa iniciada ya en el año 2005; cuando se encontraba al frente del Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto el Dr. Rafael Antonio Bielsa, se concretaron una serie de diligencias por ante la Secretaria de Ambiente de la Republica del Paraguay –SEAM-, que permitieron evitar que los líquidos tóxicos del basural de Cateura, conocido como lixiviado, llegara al Río Paraguay.
La Defensoría advirtió que “en la actualidad se prosigue con todas las actuaciones, sin que se adopte una decisión sobre otorgar un serio y amplio tratamiento a “Cateura” donde su modulo Nº4 se halla colapsado y menos aún frente a un fragante “Delito Ambiental”, la Municipalidad de Asunción no toma ninguna medida de mitigación.
Frente a esto, la Defensoría del Pueblo, requirió con carácter de trámite preferencial a la Directora General de Asuntos Ambientales del Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto, Embajadora María Esther Bondanza, adopte, su área en forma urgente todas las medidas necesarias y eficaces que tengan por finalidad y único objetivo el cese de la contaminación del río Paraguay producido no solamente por los lixiviados del Vertedero Cateura, sino también por los efluentes que salen de la descomposición de la basura orgánica y que al mismo tiempo se mezclan con químicos y otras sustancias provenientes de baterías, pilas comunes, celulares y otros contaminantes, que ponen en peligro la utilización de este “curso de agua internacional”.
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