Tony Allan es un optimista. Este académico de la Universidad de Londres y creador del concepto de agua virtual (que es la que está involucrada en el proceso de producción de cualquier tipo de manufactura y alimento) cree que habrá agua para todos en el mundo en el futuro y que no se desatará una guerra debido a su escasez.
"La razón por la que identifiqué el agua virtual fue para explicar la ausencia de conflictos en torno al agua en Medio Oriente. Siria y Egipto tuvieron algunas escaramuzas entre 1962 y 1964. Pero después de eso no ha habido señales de nuevos conflictos en torno al agua en ninguna parte del mundo", dice Allan.
¿Y por qué no? Básicamente, porque el agua se puede transferir, por la vía de los negocios, a una economía donde este recurso es escaso. "Los miles de toneladas de agua que se necesitan para producir una tonelada de trigo permiten que esa tonelada de trigo pueda ser vendida a un lugar como Medio Oriente, donde hay escasez de agua".
El académico cuenta luego la experiencia de Singapur, que sólo tiene el 5% del agua que necesita. Otro 5% lo importa desde Malasia y el restante 90% "viene" en la comida. "Como es una economía fuerte, resuelve su problema de agua no buscándola en su país, sino que comprándola".
Si aumenta el uso eficiente del agua en la producción, es muy prometedor, dice Allan. Él también es muy optimista porque existe una gran reserva hídrica para el mundo y está en Sudamérica. A su juicio, de las políticas hídricas que se decidan en este continente dependerá la seguridad global del agua.
"Sólo veo que en África podría haber un gran problema en los próximos 30 o 40 años, o en India", agrega.
Para saber cuánta agua hay involucrada en la producción de los alimentos y artefactos que se transan en el mercado mundial es que se creó el concepto de huella hídrica.
"Para aplicar esta idea a un consumo individual, si usted come carne de vacuno, está consumiendo cinco metros cúbicos de agua al día. Si es vegetariano, consume la mitad de esa cantidad. Entonces el concepto es muy útil para revelar los usos y manejos del agua", dice Allan, quien, por cierto, es vegetariano.
Acto seguido, el profesor distribuye entre quienes estamos con él una suerte de estampita con la huella hídrica de varios productos (ver infografía), que da una idea de cuánta agua gastamos a diario de acuerdo a los productos que consumimos.
Acá, según Allan, radica el mayor problema para el mundo. No en la cantidad de agua disponible, sino en los cambios de comportamiento para que ésta se use de manera eficiente. "Poner a las personas a trabajar sus comportamientos en una dirección racional lleva décadas", dice el académico, que está por publicar un libro destinado a este aspecto.
¿Qué hacer? A nivel personal, él dice que la manera más simple de colaborar es no botar comida. Y la otra es moderar el consumo de carne, "porque la industrialización de los criaderos hace que las corporaciones crezcan y distribuyan comida y productos basados en la carne. Esto produce una huella de agua muy alta".
Aunque la industria ya está tomando nota y se está pensando en un etiquetado que indique la huella hídrica de cada producto en el mercado, Allan cree que es mejor apelar a los consumidores. "Si bajas un 20% de consumo de agua por botar menos comida y otro 20% por cambiar nuestra conducta hacia una más sensible con el medio ambiente, entonces los consumidores harán una gran contribución. Necesitamos intentar".
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