México es el primer consumidor de agua embotellada del mundo, luego de que en cuatro años la demanda creció 40 por ciento. Ello provoca que anualmente se desechen alrededor de 8 mil millones de envases de plástico, que tardan hasta 500 años en degradarse, señaló Alejandro Calvillo, de El Poder del Consumidor, en conferencia de prensa.
Explicó que, según el más reciente informe de Beverage Marketing Corporation, entre 2004 y 2009 el consumo anual promedio en el país se elevó 8 por ciento. De ocupar el segundo lugar, aseguró, ahora encabeza la lista. Desplazó a Italia del primer sitio. Cada mexicano bebe 234 litros, 20 por ciento más que los italianos, quienes ingieren alrededor de 191 al año.
En México, con alrededor de la mitad de la población en pobreza, cada familia destina mil 800 pesos a la compra del líquido embotellado, a pesar de que se trata de un derecho.
Alejandro Calvillo explicó que el consumo per cápita del líquido en territorio nacional es de más del doble que en Estados Unidos, donde adquieren 110 litros, y España, 119. Además, lo que se comercializa en México representa 13 por ciento de las ventas mundiales de agua embotellada.
Indicó que las empresas del sector ganan hasta 5 mil por ciento más de lo que invierten. Ejemplificó: Coca-Cola Femsa paga 2 mil 600 pesos por cada una de las 46 concesiones de explotación de aguas subterráneas al año. Sólo en 2007 tuvo ganancias por 32 mil 500 millones de pesos. Otras grandes compañías del área son Pepsi Co, Danone y Nestlé.
Las ventas actuales del líquido embotellado en el país son de 26 mil 32 millones de litros al año, de los cuales, se estima, 18 mil 222 millones fueron comercializados en garrafón y 7 mil 809 millones –30 por ciento– en botellas individuales, explicó.
Se calcula que el año pasado fueron desechadas 7 mil 800 millones de botellas de plástico PET –21.3 millones al día–, lo cual agrava el manejo de la basura, pues además de que se convierten en foco de contaminación tardan años en degradarse. Apuntó que sólo 20 por ciento de envases son reciclados.
Por su parte, Claudia Campero, de Food and Water Watch y de Blue Planet Project –redes internacionales sobre el derecho y cuidado del agua–, explicó que el nivel de consumo del líquido “como mercancía”, no como derecho humano, tiene de fondo que la población desconfía de la red pública de agua potable. Los pobres siempre son los que sufren por la falta del líquido, ya que por las redes públicas reciben menos y de menor calidad. Además, gastan más para obtener agua en garrafón o en botellas individuales.
Sostuvo: “el derecho humano al agua no sólo es obligación de los gobiernos, sino que ésta sea potable y económicamente accesible. Cuando la gente se ve en la necesidad de comprar el líquido embotellado para beber, claramente se evidencia que no se está respetando esa garantía”.
Nathalie Seguin, coordinadora de la Red de Acción por el Agua, dijo que habría acceso al agua potable en la red pública de suministro, tanto en casas como en sitios públicos, si se hubieran establecido políticas públicas eficaces para la aplicación progresiva del derecho humano a ese recurso, que México reconoció al firmar el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.
Cuestionó de qué forma se va a garantizar la hidratación de los niños cuando en las escuelas se dejen de expender refrescos, y si ello será con agua embotellada. Los analistas propusieron establecer bebederos en escuelas y parques.
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