Será la mayor marcha indígena que haya ingresado alguna vez a Buenos Aires. Y llegará con un reclamo histórico, tan antiguo como la conformación del Estado argentino: tierra para los pueblos originarios. Tres columnas provenientes de distintos rincones del país se encontraron ayer en Campana, luego de ocho días de marcha, y se dirigirán hoy hacia la Plaza de Mayo, donde también exigirán detener los desalojos, el freno a los desmontes y la extracción de los recursos naturales, derogar las leyes mineras de la década del 90, el cumplimiento del derecho a ser consultados sobre acciones que los involucran y el efectivo cumplimiento de las leyes que los asisten. Está confirmado que la Presidenta los recibirá y, luego de miles de kilómetros de marcha, esperan anuncios significativos.
Salieron el 12 de mayo de Jujuy, Misiones y Neuquén en centenares de micros bajo una consigna: “Caminando por la verdad, hacia un Estado plurinacional”. Atravesaron doce provincias, se encontraron ayer por la noche en un camping de Campana y consensuaron el discurso que darán al mediodía en la Plaza de Mayo y luego ante la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. “Tenemos pedidos concretos, claros e históricos. Desde el Gobierno ya saben con qué vamos, así que esperamos que todos estén a la altura de las circunstancias”, explicó Jorge Nahuel, referente de la Confederación Mapuche de Neuquén.
Resaltan que Argentina es plurinacional y pluricultural, con 30 pueblos indígenas preexistentes al Estado Nación y 20 idiomas ancestrales. Recuerdan la represión religiosa, militar y gubernamental padecida, pero afirman que aún mantienen el vínculo con la naturaleza, practican la vida comunitaria e intentan sostener su cultura, salud y formas de producción. “Durante 200 años de vida republicana nuestra diversidad cultural ha sido menospreciada, invisibilizada, ocultada. A pesar de ello, los pueblos indígenas en Argentina nos hemos mantenido por la fuerza de nuestra memoria histórica y de nuestras cosmovisiones”, afirman desde la convocatoria consensuada.
Con presencia de comunidades de los pueblo kolla, mapuche, qom-toba, diaguita, lule, huarpe, wichí, mocoví y guaraní, el pliego de reivindicaciones lleva el nombre de “Pacto del Estado con los pueblos originarios para la creación de un Estado Plurinacional”, abarca cuatro ejes: territorio, cultura-educación, “madre naturaleza” y reparación económica. Exigen “decisión política inmediata” para el reconocimiento y restitución de tierras aptas y suficientes, que se reglamente “y se aplique con urgencia” el derecho a la consulta y consentimiento sobre acciones que los afecten, se mensure y titule los territorios comunitarios indígenas como contempla desde hace cuatro años la ley 26.160. También solicitan la “decisión presidencial de aplicar esta ley, frenada por los gobernadores que protegen intereses de terratenientes y empresarios”.
Solicitan que se reconozcan las lenguas indígenas como idiomas oficiales, incluir planes de estudio interculturales, crear universidades e institutos de formación indígena y suplantar el 12 de octubre por fechas significativas de los pueblos originarios. En materia ambiental instan a la protección efectiva de los glaciares, promueven la creación de un “tribunal de justicia climática” y apuntan claramente a las industrias extractivas que los desalojan, contaminan y afectan la salud: minería, petroleras, desmontes y monocultivo de soja.
Según datos oficiales, en base a la Encuesta Complementaria de Pueblos Indígenas (ECPI) 2004-2005, en Argentina hay un piso de 600.329 personas que se reconocen pertenecientes y/o descendientes de pueblos indígenas. Las organizaciones indígenas aseguran que el número es mayor, sobre todo por quienes poco a poco comienzan a asumir su identidad, próximo al 1,5 millón de personas, el 3,9 por ciento de la población total.
Los pueblos indígenas están lejos de ser un todo homogéneo. Altamente atomizados, abundan organizaciones que pretenden arrogarse la representatividad de todos los pueblos, pero no existe una organización a nivel nacional ni provincial que tenga ese poder. Lo cual transforma al movimiento indígena en un espacio de muchos referentes, donde radica quizás una debilidad, pero también su mayor fortaleza: no existe gobierno (ni nacional ni provincial) que pueda dominar por completo a toda una etnia indígena. Entre las comunidades indígenas también hay disputas, divisiones y no son ajenas a la cooptación de los políticos de turno.
En este contexto, la marcha que hoy llega a la Plaza de Mayo no estuvo ajena a polémicas y versiones de divisiones en el seno de históricas organizaciones indígenas. Finalmente, la histórica movilización fue impulsada por la Confederación Mapuche de Neuquén, la Unión de los Pueblos de la Nación Diaguita (UPND de Tucumán), la Coordinadora de Organizaciones Kollas Autónomas (Kollamarka de Salta) y el Consejo de Autoridades Indígenas de Formosa. También tuvo un papel fundamental la organización Túpac Amaru (cuya referente nacional es Milagro Sala), que aportó una logística nunca antes vista en una movilización indígena.
David Sarapura, del Kollamarka de Salta, reconoció que hay “gran expectativa por la reunión con la Presidenta, esperamos anuncios concretos de cara al Bicentenario”. Jorge Nahuel, mapuche de Neuquén, remarcó que el país está en un “momento histórico”, reconoció la buena sintonía con el Gobierno, pero dejó claro que ya no aceptarán promesas: “La deuda con los pueblos indígenas lleva 200 años. Es el momento de la reparación histórica”. |
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