Trajeron un mensaje tan sencillo y emotivo en sus formas como contundente e incómodo para el Gobierno. Tras ocho días de caminata, que incluyeron actos y ceremonias religiosas en varias ciudades del interior, la Marcha Nacional de Pueblos Originarios llegó ayer a la Plaza de Mayo para reclamarle al Estado el "cumplimiento efectivo" de sus derechos.
Liderados por la dirigente jujeña Milagro Sala, de la organización Tupac Amaru, representantes de unas 30 etnias y 300 comunidades aborígenes del interior convocaron a miles de personas frente a la Casa Rosada, acompañados por vecinos de Buenos Aires que se solidarizaron con sus planteos. En ese lugar permanecieron hasta la noche, entre discursos de protesta, coplas y bagualas, mientras Sala le entregaba a la Presidenta un documento con las peticiones y propuestas del grupo.
Los puntos centrales del reclamo pasan por crear un Estado plurinacional que reconozca la diversidad de culturas de los pueblos originarios; obtener una reparación territorial y económica; cuidar a la Pachamama, a partir de la protección de glaciares, la prohibición de la minería a cielo abierto y el control de pesticidas; reconocer las lenguas y culturas aborígenes en las escuelas y eliminar el feriado del 12 de octubre, Día de la Raza, para sustituirlo por las fechas sagradas de las distintas comunidades.
"¡Jallalla! (Salud)", gritó Sala, arrodillada sobre el escenario y vestida con los colores de la whipala ?la bandera de las naciones andinas?, cuando las columnas arribaron a la plaza, donde fueron recibidas por las Madres de Plaza de Mayo.
Recién volvería a hablar hacia el final del acto, tras la reunión con la Presidenta, que se comprometió a acordar una agenda de trabajo común y anunció un paquete de medidas: la financiación de 10 radios FM y una AM para las comunidades, 20 mil becas escolares y subsidios para todos los jóvenes aborígenes que inicien estudios universitarios.
Pero el momento más emotivo del acto fue el discurso de Patricia Cruz, de Maimara (Jujuy), que narró entre lágrimas las penurias de su infancia, la discriminación de "los gringos" y el maltrato de la tierra que observó durante la marcha. "Estoy dispuesta a morir por un pedazo de tierra, porque es nuestra", enfatizó.
Otros oradores criticaron al Estado por la desprotección de las comunidades y sus tierras. Y recordaron al cacique diaguita Javier Chocobar, asesinado en Tucumán en octubre del año pasado. Reivindicaron sobre todo el liderazgo de Sala, que ayer sumó otra cuota de poder, esta vez, de cara al Gobierno.
Malestar entre las principales entidades aborígenes del país
Acusan a la dirigente jujeña de "robarse" la causa para apuntalar su poder
Franco Varise
Los principales representantes de los pueblos originarios del país expresaron ayer que la marcha federal encabezada por la dirigente jujeña Milagro Sala fue una farsa.
El Encuentro Nacional de Pueblos Originarios, conformado por 26 organizaciones indígenas, reprochó a Sala haberse "robado" la causa aborigen para sus propios intereses y la acusó de "plagiar" documentos elaborados por esa organización para enarbolarlos como propios en el Bicentenario. La Unión de Pueblos, el único enclave aborigen que cuenta con el reconocimiento oficial, tampoco fue parte ni apoyó la movilización autopromocionada como Marcha de Pueblos Originarios.
Estos sectores se movilizaron ayer en la ciudad, antes que el grupo liderado por Sala, y por la noche fueron recibidos por la presidenta Cristina Kirchner.
"Toda esta movida de los Tupac Amaru de Sala es una mentira, porque ella no es vocera ni representante de ningún pueblo originario... Es una farsa, una puesta en escena que nos afecta directamente", dijo a La Nacion el vocero del Encuentro Nacional, Matías Millán.
Las comunidades indígenas fueron reconocidas como preexistentes al Estado nacional a través del artículo 75 de la reformada Constitución de 1994 y obtuvieron así derechos sobre la tierra que ocupan a través de las leyes 23.302 y la 26.160.
La Encuesta Complementaria de Pueblos Indígenas 2004-2005 reveló que hay 600.329 personas que se reconocen miembros de pueblos originarios. La condición de indígena se logra por autoadscripción.
"Nosotros somos dirigentes indígenas y no necesitamos que ninguna organización barrial tome nuestra palabra con una actitud de llevarse a todos puestos", expresó Walter Barraza, vocero de las 28 comunidades tonocotec, localizadas en el centro de Santiago del Estero.
La indignación de esos representantes de los pueblos aborígenes con Sala hizo eclosión con el anuncio de la marcha y la presentación de un documento supuestamente calcado del que habían presentado las organizaciones indígenas al Gobierno en julio pasado sin obtener respuesta.
Pero hay más: "Los integrantes de la asamblea guaraní que pertenecen a nuestra organización fueron apretados por Sala... Ella maneja una forma matona, incluso con nosotros", denunció Millán.
El presidente de la Unión de los Pueblos, conformada por todos los Consejos Participativos Indígenas, Daniel Segovia, confirmó que tampoco apoyaron la marcha de Tupac Amaru. "No estamos en condiciones económicas ni estructurales para realizar una movilización de esas características", explicó Segovia.
"Es un grupo minoritario", replicó un vocero de la Tupac Amaru.
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