Guaymallén y Maipú tienen un riesgo muy alto de contaminación por plaguicidas. De hecho, ocupan el primero y segundo puesto, respectivamente, en una lista que incluye 470 departamentos en todo el país.
El dato surge de una investigación que tuvo como objeto determinar los efectos de la degradación ambiental en la niñez y que realizaron en forma conjunta la Defensoría del Pueblo de la Nación y cuatro organizaciones del Sistema de Naciones Unidas.
La investigación dio como resultado un Atlas del Riesgo Ambiental de la Niñez de Argentina, en el que se establecen índices de contaminación -potencial, no efectiva- para cada uno de los departamentos o distritos del país. En este sentido, no es un mapa de zonas contaminadas, sino una herramienta de planificación de políticas públicas que apunten a la prevención y control.
Para hacer el estudio se analizaron cuatro procesos de degradación, generados por las actividades industrial, agrícola y minera, y por saneamiento básico insuficiente -es decir, la ausencia de sistemas de agua potable y cloacas-, y se calculó un índice para cada uno de ellos en función de algunas variables.
En el caso de los plaguicidas, se consideró la posibilidad de que los químicos que se utilizan en la producción agropecuaria contaminen los ríos, la napa freática, el aire, la tierra y los alimentos. Y este riesgo se definió a partir de la superficie sembrada de distintos cultivos en cada departamento, los agroquímicos empleados, el grado de toxicidad que poseen y la cantidad que se utiliza.
Guaymallén y Maipú figuran en los primeros sitios en el país ya que tienen una gran proporción del territorio sembrado con hortalizas (13 y 11%), que es un cultivo para el que se usan plaguicidas de elevada toxicidad. Además, también hay presencia de frutales de pepita, que si bien tienen un porcentaje muy bajo de ocupación de superficie, son los que poseen el mayor potencial tóxico.
Los cítricos, que se ubican en tercer lugar en cuanto a nivel de toxicidad, poseen un valor 90% menor que las hortalizas, mientras la soja ocupa el sexto puesto. Por otra parte, las hortalizas y frutales suelen producirse en zonas periurbanas, lo que hace que la población esté muy expuesta.
Cristina Maiztegui, jefa del Área de Medio Ambiente de la Defensoría del Pueblo de la Nación, subrayó que el índice de contaminación por plaguicidas se calculó en base al concepto de toxicidad aguda, no crónica (los efectos de la exposición a bajas dosis de contaminante durante largo tiempo).
También planteó que en la Argentina se siguen utilizando productos que han sido prohibidos en otras partes del mundo y que en general existe una cultura de sobre utilización del agroquímico.
El organismo que se encarga de controlar diversos aspectos relacionados con el uso de pesticidas es el Instituto de Sanidad y Calidad Agropecuaria Mendoza (Iscamen). Oscar Astorga, quien está al frente del Programa Agroquímicos, consideró lógico que se considere al cinturón verde de Guaymallén y Maipú como una zona de riesgo, pero también detalló que el año pasado se tomaron en la provincia 250 muestras en distintos niveles de comercialización y sólo en 7 u 8% de los casos se encontró mal uso.
Tiempo de exposición
El ingeniero explicó que el estudio del producto final permite determinar, en función del residuo que se encuentra, si se utilizó otro pesticida diferente al que corresponde para cada cultivo, si se usó mayor cantidad de la recomendada y si se respetó el tiempo que debe transcurrir desde la última exposición hasta la cosecha.
También manifestó que permanentemente se realizan capacitaciones de buenas prácticas de uso y que hace seis años se desarrolla una propuesta de recolección de envases vacíos.
Violeta Becerra, del Área de Fitoterapéutica del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), señaló también que si bien está establecido cómo debe usarse cada plaguicida, no siempre se respetan estas recomendaciones, y que los productos que contaminan menos el ambiente son más costosos.
Por otra parte, indicó que hay zonas donde se cultivan hortalizas que tienen la napa freática a muy poca profundidad, lo que incrementa el riesgo de degradación.
Precisamente, el atlas cruza datos de los cuatro tipos de contaminación y en Guaymallén y Maipú se superponen tres riesgos: el alto índice por la producción agrícola y, en menor medida, por la presencia de industrial y de saneamiento básico insuficiente. Aunque se puede considerar que en estos casos el riesgo ambiental se suma, también es probable que la combinación provoque que se potencie.
Degradación ambiental
Para determinar los índices para cada tipo de degradación se consideraron diferentes factores.
Industrial. Se tomó en consideración el número de establecimientos, su rubro y tamaño.
Por plaguicidas. Se compuso a partir de la superficie sembrada de cada cultivo, los plaguicidas empleados en cada uno de ellos, su dosis de aplicación y toxicidad.
Saneamiento Básico Insuficiente. Fue elaborado en función del número de niños con provisión y procedencia de agua no segura y falta de servicio cloacal.
Actividad Petrolera. Se midió en su faz de extracción de petróleo crudo y gas, según el número de pozos, la producción de gas y petróleo de cada cuenca petrolífera y la distancia de los pozos a los asentamientos humanos.
Proteger la niñez
La jefa del Área de Medio Ambiente de la Defensoría del Pueblo de la Nación, Cristina Maiztegui, explicó que si bien la degradación ambiental afecta a todos los grupos etáreos, se concentraron en la niñez porque los pequeños son más vulnerables por factores biológicos (mayor multiplicación celular, más absorción de nutrientes, alta exposición por el contacto con el entorno).
A su vez, los valores de cada tipo de amenaza se cruzaron con un índice de vulnerabilidad social de la niñez (medido en función de cinco parámetros que incluyen pero superan las necesidades básicas insatisfechas), ya que la capacidad del niño de enfrentar una situación de contaminación dependerá de su capital biológico, social y cultural.
El estudio estableció que 6,5 millones de niños, niñas y adolescentes en el país se encuentran en condiciones de vulnerabilidad social, lo que equivale al 53% de la población menor a 18 años según el censo 2001. De ese mismo total, 58% está expuesto a saneamiento básico insuficiente, 42% a contaminación industrial y 29% a potencial degradación por plaguicidas.
Las claves
Atlas. Tiene como objetivo analizar la intensidad y distribución geográfica del riesgo derivado de los procesos de degradación ambiental en curso, causados por actividades productivas y de servicios, y su potencial impacto negativo sobre la niñez.
Participantes. El estudio fue elaborado por Defensoría del Pueblo de la Nación y el Sistema de Naciones Unidas, a través del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), Organización Panamericana de la Salud (OPS) y Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Equipo. Nueve expertos trabajaron durante un año en el desarrollo de la metodología de investigación. Para obtener la información para el diagnóstico se consultó a 30 organismos, en su mayoría oficiales.
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