British Petroleum (BP) inició ayer una compleja operación para tratar de sellar el pozo petrolero que está causando un desastre en el Golfo de México desde hace más de un mes, aunque tanto la empresa como la Casa Blanca aclararon que no hay garantías de éxito. La compañía había reconocido poco antes que pudo ser un "error fundamental" haber ignorado señales de alerta que precedieron la explosión de la plataforma petrolera que originó el gigantesco derrame de crudo.
El director general de BP, Tony Hayward, admitió ayer que habían ocurrido "siete fallos" antes del estallido de la plataforma Deepwater Horizon el 20 de abril, donde murieron 11 operarios, sin precisar si se trataba de errores humanos o problemas técnicos.
Los técnicos de BP iniciaron el operativo conocido como "top kill", que prevé el bombeo de fluidos pesados sobre el pozo desde el que brotan miles de barriles de crudo.
Este desesperado nuevo intento de cerrar la fuga arrancó después del mediodía, luego de que la Guardia Costera estadounidense diera luz verde a las tareas y poco antes de que el presidente Barack Obama afirmara que ni él ni su gobierno descansarían "hasta que ese pozo esté cerrado, el medioambiente esté recuperado y la limpieza se haya completado".
La intervención, que según BP debería durar dos días, consiste en inyectar a muy alta presión, desde un barco en la superficie del océano, una solución de agua, materias sólidas y barita -un mineral- en dos circuitos que conducen a la válvula de seguridad del pozo de donde se escapa el crudo y el gas. Luego se planea inyectar cemento para sellar el pozo. La compañía señaló que podría necesitar varios días para saber si la operación está funcionando.
"Este procedimiento nunca se ha realizado a 1.500 metros de profundidad y no se puede asegurar su éxito", informó. Según Kent Wells, uno de los vicepresidentes de BP, la operación tiene "entre 60 y 70%" de chances de ser exitosa.
Sin embargo, la presión necesaria para detener el escape es tan fuerte que el yacimiento o la válvula anti explosión podrían resultar dañados, afirmó Eric Smith, del Tulane Energy Institute. Esto produciría el efecto contrario de lo que se procura hacer, o sea una fuga aún más importante, agregó.
Obama también afirmó en un discurso en California que "no hay garantías" de que la operación funcione. El presidente irá mañana a Lousiana, el estado más afectado por el derrame, y hoy abordará en una rueda de prensa los resultados de un informe encargado al Departamento del Interior tras la explosión en la plataforma de BP.
Se espera que Obama anuncie reglas más duras y mayor supervisión de las operaciones de exploración petrolera en alta mar.
El pozo que intentará cerrar BP escupe, según los datos oficiales, unos 800.000 litros diarios de crudo al mar -más de 5.000 barriles-, aunque científicos independientes calculan que la cifra puede ser hasta diez veces mayor.
Desde el mes pasado, BP realizó varios intentos para contener la fuga, entre ellos la colocación de una caja de cerca de 100 toneladas que se suponía debía transportar el crudo mediante un tubo a un barco en la superficie, pero que no funcionó al atascarse por la formación de gas cristalizado. Este mes logró insertar un tubo en la principal fuga de petróleo por el que dice haber estado recogiendo algo más de la mitad del crudo que contamina las aguas del Golfo.
BP lanzó también una campaña sin precedentes de rociado de químicos dispersantes para fraccionar el petróleo en pequeñas partículas que se supone consumen después los microorganismos marinos y que impide que el petróleo flote a la superficie. La práctica es cuestionada por científicos que alertan de las potenciales repercusiones negativas sobre la vida marina.
El nuevo intento para poner fin al que ya es el peor desastre ecológico de la historia de EE.UU. arranca tras la publicación de un informe de dos legisladores demócratas en el que BP reconoce que ignoró señales de alerta antes de la explosión.
Haciendo referencia a una investigación interna de la compañía, los representantes Henry Waxman y Bart Stupak indicaron que antes de la explosión, la plataforma recibió tres indicadores de problemas. "Uno fue 51 minutos antes de la explosión cuando empezó a salir más flujo del pozo del que era bombeado", señalaron los dos titulares de la comisión de energía y comercio de la Cámara Baja.
Otro indicador sonó 41 minutos antes del estallido, cuando el petróleo seguía fluyendo, lo que hizo aumentar la presión inesperadamente. Luego "se observaron presiones anormales y retorno de lodo y la bomba se cerró abruptamente", agregó el documento.
El informe señala que pese a las señales de problemas tras la prueba de presión se decidió proceder con los trabajos. Dos horas más tarde explotó la plataforma.
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