La petrolera British Petroleum (BP) luchaba ayer por sellar el pozo submarino que desde hace cinco semanas inundaba el Golfo de México con crudo y que causó, según reconoció un panel de expertos del gobierno norteamericano, el peor derrame de petróleo en la historia de Estados Unidos.
Tras los fracasos de dos importantes operaciones que no lograron contener la liberación de miles de barriles de crudo diarios, BP debió hacer una pausa ayer, por problemas técnicos, en las tareas de sellado del pozo principal de la plataforma Deepwater Horizon, que tras una gran explosión el 20 de abril pasado fue consumida por el fuego antes de hundirse.
Desde la superficie, un barco comenzó a inyectar toneladas de lodo en la boca de la perforación, a 1500 metros de profundidad sobre el lecho marino, durante la operación bautizada Top Kill. En una segunda etapa, el pozo será sellado con cemento, mientras los ingenieros de BP y las autoridades norteamericanas monitoreaban los trabajos finales.
Pero la cautela se mantenía entre los directivos y militares norteamericanos. El comandante de la Guardia Costera, Thad Allen, dijo que la complicada operación de sellado del pozo estaba funcionando y que se había frenado la fuga de crudo al mar.
El derrame de petróleo, que creó una gigantesca marea negra en el Golfo de México, eclipsó el desastre del Exxon Valdez en 1989 y podría ser cuatro veces superior a lo estimado por la petrolera británica, según un informe difundido ayer por un panel de expertos en Estados Unidos.
Desde el momento de la tragedia y hasta ayer, el pozo liberó entre 12.000 y 19.000 barriles de crudo por día, una cifra muy lejana a los 5000 barriles diarios que declaraba la empresa, según evaluó el panel de científicos del gobierno.
Además, las conclusiones divulgadas por la directora del Servicio Geológico de ese país, Marcia McNutt, confirmaron que se había derramado mucho más petróleo desde el pozo submarino dañado de BP que los 257.000 barriles que se estima que arrojó el tanquero Exxon Valdez al encallar en Prince William Sound, Alaska. Si los cálculos del panel son certeros, al 17 de mayo se habían derramado unos 270.000 barriles de crudo en el océano, y se calcula que un volumen similar había sido capturado o evaporado.
Revisión y críticas
La magnitud de la tragedia llevó al presidente norteamericano, Barack Obama, a ordenar una profunda revisión de su política energética, como la extensión por seis meses de la moratoria para exploraciones petroleras costas afuera de ese país, que fue anunciada ayer por el mandatario luego de atribuirle al gigante energético británico la "total responsabilidad" por el derrame.
La nueva embestida de Obama coincidió con el aumento de las críticas hacia su gobierno por la falta de respuesta inmediata a las consecuencias del desastre y por no apartar a BP de las operaciones del control del derrame.
TEMPORADA DE HURACANES
La temporada de tormentas en el Atlántico podría ser la más intensa desde 2005, vaticinó ayer la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos, que prevé la formación de 8 a 14 huracanes y que las operaciones petroleras en el Golfo de México podrían quedar interrumpidas.
El escenario
Cada vez más cerca de otro "Katrina"
Frank Brandmaier
Miles de pescadores en la costa estadounidense del Golfo de México temen por su existencia, mientras que el gobernador de Luisiana, Bobby Jindal, sostiene que la población está ante el final del way of life , el estilo de vida propio del sur de Estados Unidos.
Las ansias de vislumbrar un fin a esta catástrofe, que ya lleva casi cinco semanas, son más grandes que nunca, especialmente ante las noticias de que se estaría cerca de controlar el derrame. Nadie podría ser más feliz si se soluciona el problema que el propio Barack Obama. La presión sobre su gobierno para que tome las riendas en la lucha contra la marea negra y aparte a British Petroleum (BP), la petrolera que está llevando a cabo las operaciones, aumenta a diario.
"Sí, la marea negra en el Golfo es el Katrina de Obama", fue el título de un artículo de Karl Rove, arquitecto y "cerebro" de la política del entonces presidente George W. Bush, publicado ayer por el diario The Wall Street Journal .
El caos de la ayuda estatal después del paso del huracán Katrina, en agosto de 2005, fue una de las cuestiones políticas que más afectaron al antecesor de Obama en la Casa Blanca.
Nada podría ser mejor para los conservadores: en noviembre se celebrarán elecciones legislativas. Y en las próximas semanas, la campaña entrará en la fase álgida, y las encuestas indican que la imagen de Obama ya sufrió graves perjuicios.
La razón por la que el presidente tuvo que volar el martes a la lejana California para participar de un acto de donación en beneficio de la senadora Barbara Boxer, en lugar de permanecer atento a los acontecimientos en el Golfo de México, es algo que no sólo se preguntan los periodistas conservadores. El demócrata Bill Nelson, senador de Florida, llegó a pedir que intervengan los militares para contener, de una vez, la fuga de petróleo.
Billy Nungesser, el presidente de la comunidad Plaquemines, en el extremo sur de Luisiana, exigió a Obama que despidiera al coordinador jefe del gobierno en la lucha contra el desastre, almirante Thad Allen. "Todos deberían perder sus empleos, porque a ninguno de ellos le importa en absoluto esta tragedia", se quejó.
En este contexto, no es ninguna sorpresa que Obama viaje hoy de nuevo a la región costera y que ayer haya anunciado sus planes para una supervisión más estricta de las perforaciones de petróleo. "La industria tuvo hasta ahora tanto poder que de hecho se autorregula", dijo el mandatario, y agregó que "la marea negra demostró cuán necesarias son las reformas".
La moratoria para nuevas perforaciones en aguas profundas, que fue impuesta después del accidente, será prolongada por seis meses, anunció Obama. Los planes para dos exploraciones frente a la costa de Alaska fueron postergados, así como también fueron cancelados contratos de arrendamiento previstos en el Golfo de México y frente a la costa de Virginia.
En este escenario, también se entiende el hecho de que la directora del Organismo de Gestión de Minerales (MMS), Elizabeth Birnbaum, renunciara ayer. En los últimos días se hizo cada vez más fuerte la pregunta de por qué todavía no habían rodado cabezas. En vista de que cada vez salen a la luz más detalles sobre el trasfondo de la catástrofe, queda más claro que faltan reglas estrictas. "Durante todo el proyecto [de perforación], BP tomó una serie de decisiones que hacían que esta fuente fuese más propensa a que se produjera una fuga [de petróleo y gas]", dijo The Wall Street Journal . Esto desencadenó el continuo flujo de crudo que los ingenieros intentan frenar.
Por motivos de costos, la empresa también utilizó materiales peligrosos al instalar el pozo de crudo en el Golfo, según descubrió The New York Times .
El hombre más poderoso del mundo, sin embargo, tuvo que admitir ayer que en la lucha contra la marea negra depende de la ayuda de BP, al afirmar que la petrolera dispone de los equipos necesarios, pero subrayó también que nadie fuera de su gobierno tiene el poder de mando.
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