Una práctica de rutina, como que las escuelas rurales controlen una vez al año la calidad del agua, derivó en una certificación inquietante: el 70 % de los hogares y edificios públicos controlados en Colonia Hugues, departamento Colón, presentaron inconvenientes no en el acuífero del que se abastecían sino en las instalaciones internas, es decir, en las modestas estaciones de bombeo, en cañerías y en tanques. Así, las propiedades naturales del agua se alteraban y, sin llegar a estar contaminado, el líquido insípido, incoloro e inodoro que se usa para cocinar, asearse o saciar la sed presentaba una composición ciertamente inconveniente para la salud humana. La primera solución costó tanto como dos litros de lavandina y ya está en curso, según informó el secretario de Ambiente Sustentable, Fernando Raffo. La segunda se aplicó a un número menor de casos y tiene que ver con la comprobación de que los pozos negros no estén afectando la fuente de donde se toma el recurso y, si así fuera, que directamente se traslade o profundice la toma de agua.
La denominación de la Colonia es célebre dado que allí, en el siglo XIX, funcionó un falansterio organizado por el valesano Jean Joseph Durando, que le legó el apellido. Aquella comunidad se autoabastecía, inspirado en los principios de François Fourier, un socialista utópico francés. Cuentan que, bajo una estricta organización, sembraron la tierra, cultivaron hortalizas, decenas de hectáreas con viñedos, fabricaron y vendieron vehículos de transporte totalmente terminados, hacían reparaciones. Plantaron árboles frutales, hacían ladrillos para la construcción, instalaron un molino harinero, contaban con carpintería, herrería, guardería zapatería, maquinarias agrícolas. Elaboraban vinos que conservaban en toneles, facturas de cerdo, “pan colón”, orejones, licores, grapa, conservas. Los dulces, que envasaban y con los que agasajaban a las ocasionales visitas. Y confeccionaban la ropa para todos.
De aquella experiencia sólo quedó la referencia histórica, por cuestiones que no viene al caso analizar aquí. Lo que es probable es que, después de tanto tiempo, no se tenga un registro medianamente preciso con la ubicación exacta de los pozos negros que alguna vez estuvieron habilitados. Ahí surge una primera sugerencia: chequear que sea segura la toma en cada edificio, porque no hay red allí ni de agua ni de cloacas. Pero el problema más extendido fue la suciedad que produjo la falta de mantenimiento propicio. La limpieza de bombas, cañerías internas y tanques ya ha comenzado y, en los días por venir, se seguirá controlando para ver si efectivamente el agua de canilla retoma la calidad original.
MÁS CONTROL. Para las autoridades provinciales, el incidente de Colonia Hugues resultó un llamado de atención a tal punto, que se dispuso hacer lo mismo en todas las comunidades rurales del departamento Colón, articulando siempre en torno a la escuela. Luego, estas mismas charlas de concientización y las rutinas de limpieza se realizarán en los otros departamentos. Un dato que Raffo destacó es el modo en que las familias se involucraron con la campaña y la metáfora que constituye el hecho de que, nuevamente, sea la escuela en tanto institución social la que junte las partes y promueva la organización, un actor principalísimo en la historia.
“No podemos asegurar que este mismo panorama fuera a presentarse en todas las comunidades rurales, pero no vendrá mal que se repasen estas medidas mínimas de salubridad, que deben realizarse periódicamente”, dijo el funcionario ante una consulta, al advertir que “las charlas con alumnos, padres y maestros revitalizan las relaciones sociales”.
En otro momento de la conversación, Raffo reconoció que aún en lugares donde existan redes de agua y cloacas y el servicio esté siendo prestado por cooperativas, por municipios o por la provincia, puede suceder algo similar, aunque en una medida menor: que los tanques se destapen por alguna tormenta y por el polvillo del ambiente, las hojas o incluso algún ave muerta, se afecte la calidad del contenido. Si así ocurriere, de poco valdrá que quien presta el servicio mantenga estándares altos de calidad. Es decir, el agua puede ser correctamente potabilizada y transportada en condición de absoluta seguridad, que de poco valdrá si los tanques no están limpios y correctamente sellados.
Para el análisis de los caso de Colonia Hugues, fue de altísimo valor el laboratorio regional de la Secretaría de Ambiente Sustentable que funciona en la ciudad de Concepción del Uruguay.
Análisis
LA REPRESENTANTE del Área de Gestión del Río Uruguay de la Secretaría de Ambiente Sustentable, María Eugenia Arn, explicó que en total se extrajeron 24 muestras en toda la Colonia, incluyendo a la Policía y a la escuela, a las cuales se les realizó un análisis bacteriológico cuyos resultados dieron que el 70 % es no apto para consumo humano.
“Es importante tener en cuenta que en general en las colonias no se realiza limpieza ni desinfección de los tanques y los pozos. Por eso además de exponer los resultados de la evaluación se les entregó un instructivo con los mecanismos a implementar y la recomendación de que la limpieza se realice cada seis meses aproximadamente”, precisó, antes de exponer el deseo del sector público para que “esto sirva de puntapié para que en otros lugares de la provincia empiecen a tomar conciencia de la necesidad de empezar a desinfectar sus pozos y tanques y realizarles un mantenimiento periódico”.
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