El sitio oficial montado por BP junto con 13 organismos federales de EE.UU. llamado "Respuesta al Deepwater Horizon", incluye un formulario a llenar por quienes tengan iniciativas sobre cómo combatir la crisis. Hasta ahora, 7.800 personas han presentado sus ideas "alternativas" (la empresa dice que considerará debidamente todas y cada una). Un signo más de la desesperante situación que entra en su séptima semana.
British Petroleum hacía al terminar la semana pasada un nuevo intento, esta vez con lodos de inyección. Las "cúpulas" fallidas, los dispersantes que resultaron "demasiado tóxicos", el "tapón de basura" con pelotas de golf, los incendios, han sido parte de un desfile de tentativas cada vez más parecidas a palos de ciego, mientras el petróleo seguía acechando aguas, playas y pantanos de Louisiana, sobre el Golfo de México.
Las petroleras, ahora parece evidente, se han internado en aguas profundas sin que existan las herramientas capaces de remediar accidentes en esos lugares.
"Lo que sí está claro es que la capacidad de sacar del suelo ese petróleo ha llegado más lejos que nuestra capacidad de responder al peor escenario", dijo el martes en el congreso estadounidense Lisa Jackson, administradora de la agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos.
La perforación marina no es nueva, ni siquiera en esas profundidades. Los primeros pozos en aguas de Louisiana datan de 1938, según Tyler Priest, un historiador de la Universidad de Houston, y las primeras extracciones comerciales de diez años después. Desde comienzos de la década del 80, las petroleras operan en sitios como el que ocupaba la plataforma Deepwater Horizon antes de estallar. Y hoy se perforan además pozos "ultraprofundos", de miles de metros de columna de agua (o distancia entre la superficie y el lecho marino) Con la mayor parte de sus nuevos hallazgos offshore, la industria petrolera hizo avances notables en estructuras, materiales y técnicas.
De hecho, la mejor tecnología y las legiones de subcontratistas han vuelto a la perforación offshore más insegura, asegura Richard Charter, importante figura del grupo ambientalista Defenders of Wildlife que observa derrames en todo el mundo. "Aumentó la confianza; ningún ojo humano mira las computadoras", dijo al diario The Times Picayune, de Nueva Orléans.
Las voces de la industria argumentan que, con tantos equipos caros operando en algunos de los sitios más inhóspitos del planeta, las petroleras dan la misma importancia a la tecnología que a la capacidad de ser usada en forma segura.
Pero el hecho de BP lleve semanas de ensayo y error sugiere que no había caja de herramientas. El dominio de las tecnologias para perforar y extraer avanzó mucho más que el dominio de tecnologías para accidentes. BP está recurriendo a los mismos mecanismos que se usaban hace treinta años, han explicado a la prensa en el último mes una legión de expertos.
Y la Casa Blanca, a su vez, tampoco pudo pasar de los enfáticos retos a BP y denuncias sonoras: hace siete días, Washington debió reconocer que tampoco estaba en condiciones de intervenir por sí misma y detener la marea negra.
Y el viernes último, lo más que Obama pudo anunciar en su visita a Nueva Orléans fue una moratoria a las perforaciones nuevas en el Golfo, cuando ya se habla de que el presidente está atravesando "su propio Katrina" y que tendrá que afrontar altos costos políticos.
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