El derrame de petróleo en el Golfo de México es la peor catástrofe ambiental que Estados Unidos afrontó alguna vez, afirmó ayer la Casa Blanca, al tiempo que sugirió a los estadounidenses que estén preparados para que continúe la pérdida de petróleo y gas en el océano por tres meses más. Para ayer, los ingenieros habían vuelto a la pizarra de dibujo para diseñar una forma de canalizar algo del crudo hacia la superficie para ser recogido. Este es un proceso que, si es exitoso, capturará la mayoría del petróleo y dejará el resto acumularse en la mancha que está ya llegando a la costa de Louisiana, afectando áreas sensibles para la vida silvestre y amenazando los medios de subsistencia de las comunidades pesqueras de esa zona.
Bobby Jindal, el gobernador de Louisiana, declaró: “El Estado está en guerra para proteger nuestra forma de vida”. Varias playas que normalmente hubiesen estado llenas de gente por el feriado del Día de los Caídos estuvieron desiertas ayer. Los residentes reaccionaron con rabia y desesperación al conocer la noticia de que la operación llamada “Top Kill” había fracasado. British Petroleum (BP) había pasado tres días arrojando barro y desechos al pozo, procedimiento que Robert Dudley, director de BP, caracterizó como un intento de “darle batalla a esta bestia”. Pero la “bestia” se mostró más fuerte que sus esfuerzos. La presión devolvió la mayor parte del material hacia la superficie y los funcionarios del gobierno se alarmaron porque un mayor incremento de la presión podría tener peligrosas consecuencias.
Así que la cámara subacuática, que acompaña la lluvia de conferencias de prensa y apariciones televisivas de los jefes de BP y de los funcionarios de la Casa Blanca, sigue mostrando cómo fluye el negro y espeso combustible desde cinco mil pies por debajo de la superficie del océano. Un nuevo pozo de descarga que reemplazará permanentemente al ya destruido no estará listo hasta “fines de agosto”, reconoció Dudley. El gobierno le ordenó a BP que realice dos perforaciones de alivio en el lado seguro.
Entre 20 y 40 millones de galones de petróleo se han derramado en el océano y, a pesar de que no se sabe cuándo tendrá fin, ya se ha convertido claramente en el mayor derrame de la historia de los Estados Unidos, eclipsando al desastre de Exxon Valdez en la costa de Alaska, ocurrido en 1989. Ayer, la consejera de Energía del presidente Barack Obama, Carol Browner, afirmó: “Probablemente será el peor desastre ambiental que hemos alguna vez enfrentado en este país”. En un programa televisivo, Browner reconoció que el nuevo plan de BP de clausurar la pérdida no daría una solución permanente y no capturaría todo el crudo que se escapa. “Podría haber petróleo derramándose hasta agosto, cuando los pozos de descarga sean hechos”, sostuvo. “Estamos preparados para lo peor. Lo hemos estado desde el comienzo.”
Los trabajos para luchar contra el derrame han incluido 80 “incendios”, en que el petróleo en la superficie fue prendido fuego. Pescadores locales han sido reclutados para sacar manualmente los billones de barriles de petróleo y agua. Pero estos esfuerzos, junto con otro miles y con el masivo uso de dispersantes químicos, han fallado en impedir que las crecientes cantidades de petróleo lleguen a la costa y afecten las zonas pantanosas de Louisiana. El gobierno federal ha estado también bajo presión para hacer mucho más y limitar el daño ambiental causado.
Jindal está exigiendo que se le ordene a BP construir bancos de arena de 64 kilómetros para prevenir que el crudo llegue a los pantanos. “El Ejecutivo no debería estar excusando a BP”, dijo el gobernador a una cadena televisiva. “Este es su derrame, su crudo. Son la parte responsable. Háganlos responsables.”
Los ejecutivos de BP le habían dado al procedimiento “Top Kill” de un 60 a 70 por ciento de chances de éxito. Esta operación vino después de que fallaran también tempranos intentos de mitigar el desastre. Una campana gigante colocada sobre el sitio de la pérdida, designada para capturar y canalizar el combustible, también fue ineficiente después de que se desarrollaran hielos y bloquearan la estructura. La última idea fue colocar una tapa llamada “Lower Marine Riser Package” (LMRP) sobre el agujero. No hay garantías de que este procedimiento “tramposo” sea un éxito, concedió Dudley. Los ingenieros de BP están operando en el lugar del derrame, utilizando robots controlados a distancia porque es demasiado profundo para llegar por otros medios. Los esfuerzos por terminar la hemorragia y limpiar la zona le han costado a BP más de 1300 millones de dólares.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12 |
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