María Agüero ya no recibe visitas. Y ha decidido que sus cuatro hijos nunca más salgan a jugar al patio. Decisión que tomó luego de enterarse de que su pequeña sobrina contrajo hepatitis cuando los visitó hace un par de meses. Todo gracias a las aguas servidas acumuladas frente al edificio donde vive la familia de María y otras siete más. Hace tres años colapsaron los pozos negros de los monoblocks 8 y 9, desparramando su contenido dentro de algunos departamentos y en los patios interiores. Los vecinos dicen que hicieron los reclamos pertinentes y de manera formal; primero fueron a la Municipalidad de Chimbas, pero allí les dijeron que el tema era competencia del IPV. Entonces acudieron a este instituto, pero todavía no les dan solución.
Agitando un repasador, María intentó hacer desaparecer el humo y el olor a milanesa que hay en el interior de su departamento. Es que prefirió soportar estas condiciones antes que abrir la ventana y dejar que ingrese el olor insoportable provocado por las aguas servidas estancadas a tres metros de la puerta de su casa. "No podemos seguir viviendo de esta manera, es inhumano -dijo esta mujer del departamento C del monoblock 8-. No sólo se trata de vivir encerrado, sino de tener miedo a que tus hijos se enfermen de algo grave. Por más que desagotemos los pozos, vuelven a colapsar porque están en desnivel y se llenan rápidamente. Hay que hacerlos de nuevo".
Desde que comenzó el problema de las aguas servidas, Viviana García comenzó a cerrar más temprano al mediodía el maxikiosco que tiene en su departamento del monoblock 9. Es que tiene que bañarse antes de que sus tres hijos se vayan a la escuela, para que su casa no se transforme en un lago maloliente. "Ya me olvidé lo que es bañarse con privacidad y por el tiempo que uno quiera -contó la mujer-. Ahora debo hacerlo lo más rápido posible y ante la presencia de mi hijo que con un secador saca el agua de cloaca que comienza a salir por el respiradero del baño y de la cocina cuando abro la ducha".
Viviana dijo que las 16 familias que viven en los dos monoblocks atraviesan por la misma situación y que están desesperadas. Sostuvo que hay momentos en que las aguas servidas en el patio exterior suben tanto que, a veces, llegan hasta el primer escalón que conduce al primer piso. Y que por este motivo decidieron abrir acequias y hacer pequeños agujeros en la medianera para evacuar los líquidos hacia el terreno baldío que linda con este barrio. Medida que más que ser una solución se transformó en un problema doble. Los vecinos del barrio Provincia de La Pampa, ubicado frente a los monoblocks del Mercedario, dijeron que es imposible vivir con el olor, la basura y las alimañas que proliferaron desde que el baldío está inundado con el contenido de los pozos negros.
"El único lugar que tenían los niños para jugar a la pelota, a las balitas y a los barriletes era este baldío, pero ahora no se puede ni caminar por el lugar -sostuvo Susana Pastore, vecina del barrio Provincia de La Pampa-. He tenido que tirar unas carretilladas de tierra para evitar que estas aguas lleguen hasta la puerta de mi casa".
Por su parte, Gladys Pereyra, del mismo barrio, contó que desde hace tres años no puede dormir. Padece de una enfermedad que ataca los bronquios que le ocasiona dificultad para respirar por lo que necesita tener siempre una ventana abierta para no sentirse sofocada. Pero el olor nauseabundo impide que lo haga.
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