La explosión de una plataforma petrolera con la más alta tecnología, operada por la British Petroleum, en el Golfo de México, mató 11 personas y dejó 17 gravemente heridas, desatando un torrente submarino de petróleo que el Gobierno estadounidense estimó inicialmente en 5.000 barriles para luego calcular entre 12.000 a 19.000 barriles, para concluir que alcanzaba a 60.000 barriles, unos cuatro millones de litros al día.
Carol Browner, asesora en medio ambiente y energía de la Casa Blanca, estimó que el derrame de petróleo en el Golfo de México puede proseguir hasta agosto próximo, por lo que Estados Unidos debe prepararse para lo peor.
El fracaso de la metodología "top kill" nunca aplicada a 1,6 kilómetros bajo la superficie del mar, ha dejado al gobierno como lo anunciara el presidente Obama, sin solución tecnológica de control, lo que nos enfrenta a un nuevo Chernobyl, o la catástrofe del Exxon Valdez, o la fuga de gases tóxicos en Bhopal, India (considerado el peor desastre industrial de la historia) en 1984, en este caso con proyección transnacional y con la gravísima responsabilidad empresarial y gubernamental.
Lo que es algo diferente a la afirmación de Obama, que calificó al pozo de BP como un "desastre hecho por el hombre", al punto que funcionarios del departamento de Justicia son parte de una investigación federal en curso sobre la explosión del puente petrolero del 20 de abril que ocasionó el derrame y el Gobierno no descarta la posibilidad de un juicio criminal.
La magnitud de las pérdidas está muy lejos de ser evaluada en todas sus dimensiones; tan sólo en lo financiero, BP ha gastado casi 1600 millones de dólares sin resultados. BP ha aceptado pagar el máximo que la ley de contaminación petrolera de 1990 fija 75 millones, lo cual parece broma.
Una filial del grupo español BBVA, radicada en Estados Unidos, calculó que el efecto económico del escape de petróleo en el golfo de México puede llegar a los 4.300 millones de dólares. De ese monto, un 93,6% serían pérdidas al turismo en los estados de Florida, Alabama, Mississippi y Louisiana, aseguró el informe de la BBVA Compass.
Lo que permanece bajo la superficie es el costo en materia de eco-sistema, la diversidad biológica, como tampoco cuanto habrá de multiplicar el costo operativo de las actuales y ¿futuras? explotaciones en mar abierto, como no se ha evaluado el costo en seguridad del sistema de transporte aéreo después del 11 de setiembre.
Las consecuencias del derrame de petróleo que afectó las costas del sur de los Estados Unidos, llegará también a México a partir de octubre, con el cambio de las corrientes del Golfo, por lo que se teme que desaparezcan especies afectadas que ya estaban en peligro de extinción, informaron autoridades ambientales mexicanas.
Están en riesgo de 400 a 600 especies entre ellas. cuatro variedades de tortugas catalogadas en peligro de extinción, diversos mamíferos, incluso aves en procesos migratorios y peces como el camarón, la sardina y el atún, que serían afectadas en el ecosistema que comparte México con los Estados Unidos, detalló la prensa mexicana al ampliar la información.
Las consecuencias del derrame que afectó las costas del sur de los Estados Unidos, llegará también a México a partir de octubre, con el cambio de las corrientes del Golfo, por lo que se teme que desaparezcan especies afectadas que ya estaban en peligro de extinción.
El pasado siglo duplicó la población mundial, en tanto que la economía se quintuplicó. La sociedad moderna en sus últimas etapas consolidó este extraordinario desarrollo económico, basado en logros científicos y tecnológicos de bastos alcances.
El desarrollo no fue acompañado por un crecimiento similar de la responsabilidad social de las empresas ni de las instituciones u organizaciones que debían proteger primero y después promover los derechos de los individuos que exceden un conjunto de intereses económicos.
Esto ha hecho que Ulrich Beck, la denominó la sociedad del riesgo (Risk Society: Towards a New Modernity. London, Sage, 1992), entendiéndola como una fase de desarrollo de la sociedad moderna donde los riesgos sociales, políticos, económicos e industriales tienden cada vez más a escapar a las instituciones de control y protección de la sociedad industrial. Entiende el riesgo como reconocimiento de lo impredecible y de las amenazas de la sociedad industrial.
Es claro que los riesgos no son los mismos para cualquiera, sino que siguen y profundizan las estructuras de desigualdad social.
Estos riesgos son de diferente tipo: desde el deterioro ecológico, hasta la falencia de referentes identitarios, pasando por las nuevas epidemias y virus re-emergentes, la creciente escasez de agua potable o el riesgo tecnológico, que a su vez oscila desde la DMA (Destrucción Mutua Asegurada), accidentes del tipo Chernobil, o Bophal, catástrofes larvadas (la destrucción de la capa de ozono) o virtuales como la brecha digital.
El efecto invernadero, las catástrofes nucleares, las proteínas priónicas o los derramamientos de petróleo no respetan fronteras entre países, entre ricos y pobres o generaciones.
El presidente Obama anuncio que designó la agencia Servicio de Gestión de Minerales para vigilar de cerca a la industria petrolera. Asimismo anunció la creación de una comisión nacional para investigar porqué ocurrió el derrame y ratificó la moratoria de seis meses en la prohibición para perforar en el mar.
Asimismo se comprometió a adoptar las previsiones para que no vuelva a producirse un desastre similar y para recuperar las zonas de la costa afectadas por el derrame petrolero. Finalmente concluyó que "es hora de abrazar las energías limpias".
El presidente ruso, Dmitri Medvedev, propondrá la creación de un fondo global para riesgos ecológicos según lo informado en el videoblog personal del estadista. Por su parte hace un mes, el Ejecutivo brasileño decidió acelerar la elaboración del Plan Nacional de Contingencia para el Derramamiento de Petróleo.
Es claro que el mundo globalizado es algo inevitable, no hay fronteras protectoras ni "paraísos naturales". No podemos ignorarlo ni estar ausentes es una deuda con nuestro futuro que hay que enfrentar ahora, mañana podría pagarla en Las Malvinas.
* Director del Centro Latinomericano de Globalización y Prospectiva
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