El acuerdo de Filmus con Bonasso para la ley de glaciares introduce la protección de la biodiversidad del glaciar y la participación ciudadana. Jorge Daniel Taillant.
Hasta hace unos días, debatíamos en el Congreso entre dos proyectos de leyes que pretendían proteger (una no tanto) los glaciares argentinos.
Por un lado, el "proyecto Bonasso" (ex "proyecto Maffei"), que fue votado de manera unánime por ambas cámaras del Congreso y luego vetado, a fines de 2008, por la presidenta Cristina Fernández, luego de recibir presiones de empresas mineras como Barrick Gold. También se habían quejado (aunque algo más tarde que la Barrick) representantes de provincias mineras como San Juan y el mismo secretario de Minería de la Nación, Jorge Mayoral. Estos últimos se habían dormido mientras el Congreso debatía la ley de glaciares, que pasó cómodamente por la puerta grande.
Daniel Filmus era entonces presidente de la Comisión de Ambiente y Recursos Naturales de la Cámara de Diputados. Votaba supuestamente alineado con los Kirchner, pero no dijo nada. Ese mismo día, seguramente llamó a sus amigos argentinos el CEO o director ejecutivo de Barrick Gold, Peter Munk, sorprendido por el voto unánime, incluso por parte de allegados a la Rosada y por sus aliados en provincias mineras. ¿Todos se durmieron?, habrá pensado Munk. Luego, llegarían el no de Cristina a la incómoda ley y la orden a Filmus de revertir su grave inadvertencia.
Nació así el "proyecto Filmus", hecho por y para los mineros, que limitaba la definición de glaciares, reducía el territorio de glaciares protegidos, eliminaba el periglaciar de la ley...; en fin, una nueva ley de glaciares como la ley minera de la década de 1990, acorde con los intereses mineros, para poder seguir sacando oro de donde quieren, incluso desde debajo de los glaciares, como lo hace hoy Barrick Gold en Pascua Lama.
Por eso, el acuerdo entre Filmus y Miguel Bonasso, el martes último, dejó a todos atónitos.
No queda más que suponer que Filmus es el nuevo arrepentido K. La nueva versión de la ley acordada con Bonasso hace un marcha atrás rotundo. El sorpresivo acuerdo de Filmus con Bonasso amplía varias dimensiones de protección sobre lo que era el proyecto Bonasso, introduciendo elementos como la protección de la biodiversidad del glaciar y la participación ciudadana. Reintroduce, además, elementos como el periglaciar como punto de partida, concepto objetado por los mineros y que Filmus había sacado ex profeso, luego del veto.
La reacción de Agustín Rossi ante el inminente acuerdo Filmus-Bonasso confirma el quiebre. Rossi defiende a capa y espada los intereses de diputados sanjuaninos pro mineros y también los intereses de las empresas mineras, y por ello salió con énfasis en contra del acuerdo, pidiendo, sin éxito, una prórroga de 15 días.
Futuro complicado. Filmus se arrepintió. Los K lo largaron y ahora tenemos un proyecto de ley en Diputados que vuelve fuertemente (con algunas salvedades) sobre la original versión votada de manera unánime.
Pero aunque salga la ley acordada, hay nuevas trampas. Todavía tendrá que volver a un Senado seguramente hostil. Aparecen leyes provinciales que pretenden ganarle de mano a la eventual ley nacional. La reglamentación de una eventual ley nacional será un nuevo debate feroz, donde los mineros obrarán para favorecer sus intereses.
Lo único cierto que podemos decir es que necesitamos una ley que proteja nuestros glaciares. Y todavía no la tenemos.
*Fundador y asesor del Centro de Derechos Humanos y Ambiente (Cedha)
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