El gobierno de EE.UU. autorizó ayer a BP a que mantenga cerrado el pozo de petróleo averiado en el Golfo de México durante 24 horas más para realizar pruebas, a pesar de que expertos detectaron posibles filtraciones en el fondo del mar circundante.
El almirante Thad Allen, encargado de la administración de Barack Obama para poner punto final al peor desastre medioambiental en la historia de Estados Unidos, adoptó la decisión luego de conversaciones con científicos del gobierno federal y autoridades de BP sobre una filtración junto al pozo y rastros de metano.
El anuncio de la semana pasada de que BP detuvo el flujo de crudo con un nuevo embudo, incrementó la esperanza de que finalmente la pesadilla que viven los comunidades costeras desde hace tres meses llegue a su fin. Pero las señales de alerta se prendieron el domingo luego de la aparición de burbujas en el sitio, a pesar de que BP dijo que no creía que fuesen provocados por hidrocarburos, una combinación de hidrógeno y carbono que se genera naturalmente en el petróleo crudo.
Mientras que Allen descartó la remoción inmediata del nuevo tapón, que logró parar el flujo por primera vez desde abril, ordenó a BP tener pronto un plan de emergencia ante su posible reapertura. En una carta al director de BP el domingo, dijo que la compañía británica debía informar al gobierno antes de cuatro horas de la existencia de filtraciones cuando sean detectadas e incrementó la preocupación sobre los "índices de presión".
El jefe de operaciones de BP, Doug Suttles, indicó que la presión del pozo comenzaba a subir lentamente según lo esperado y destacó "signos alentadores" que permitirían que la nueva capa permanezca hasta que los pozos alternativos sean perforados.
BP agregó que los 3.950 millones de euros que lleva desembolsados por el derrame incluyen el pago de 67.500 indemnizaciones de 207 millones de dólares.
El derrame de petróleo será uno de los temas principales hoy durante la visita del primer ministro británico, David Cameron, a Washington. El premier también deberá abordar con el presidente norteamericano, Barack Obama, otros temas difíciles: la guerra en Afganistán y los distintos enfoques para abordar la crisis económica.
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