Días atrás el La Capital publicó una entrevista al director honorario de la Cátedra Libre del Agua de la Universidad Nacional de Rosario, Riccardo Petrella, quién afirmó: "Quien carece a agua potable no es un ciudadano, es un excluido".
La próxima inauguración del Acueducto Centro, que proveerá de agua potable a 74 mil santafesinos de 12 localidades y que fue construido y financiado por el gobierno nacional con una inversión de 180 millones de pesos, nos obliga a preguntarnos qué ha ocurrido con los fundamentales acueductos Norte y Sur, destinados a abastecer mas de un millón de personas y que fueron licitados en los últimos meses de la gestión de Jorge Obeid, pero que al día de hoy no figuran en la agenda oficial del gobernador Hermes Binner.
En el caso del acueducto Sur, proveería agua potable para todo el Gran Rosario y ramales, incluyendo a Cañada de Gómez y pasando por Rufino y Venado Tuerto. En tanto el acueducto Norte debía nacer en Santo Tomé y prolongarse hasta Tostado.
Conjuntamente con ellos se debía instalar una red fibra óptica, sin costo alguno de excavación y tapado, lo cual hubiese revolucionado la administración provincial debido a la velocidad de circulación de información, que además interesó para su alquiler a las empresas de telecomunicaciones, generando así una importante ganancia extra para el Estado.
Estas obras estaban fundamentadas en Ley General de Acueductos, aprobada por la Legislatura en el año 2007 ?que contó con el rechazo del socialismo? y que brindaba los instrumentos legales, financieros y metodológicos para la construcción de las obras previamente mencionadas.
En ese entonces el gobierno de Jorge Obeid resolvió licitar el trabajo por tramos y comenzó con el acueducto Norte en su recorrido entre Santa Fe y Rafaela, mientras que optó por empezar en el Sur en la zona del Gran Rosario, incluido el cordón industrial, con una nueva planta potabilizadora para la ciudad y ramales para Pérez y otras ciudades aledañas.
La licitación marchaba correctamente sobre el final del mandato de Obeid con varias fuentes de financiación aseguradas, entre ellas el Banco Nacional de Desarrollo de Brasil, además de fondos del presupuesto provincial previsto para el año 2008.
No obstante, el por entonces gobernador electo, Hermes Binner, solicitó la suspensión de la licitación para estudiar la obra, a lo que Obeid accedió como muestra de buena voluntad hacia la nueva administración.
Luego del cambio de mando el Senado provincial invitó a los funcionarios recientemente asumidos a explicar la posición del nuevo gobierno sobre la licitación postergada y allí se pudo advertir que en ellos primaba la crítica al proyecto con argumentos carentes de nivel técnico, un desconocimiento absoluto de la ley y una gran dosis soberbia.
A partir de ese momento la licitación fue postergada indefinidamente y se produjeron nuevos estudios mediante los cuales los dos acueductos iniciales derivaron en 12 que incluyen propuestas disparatadas como la de extraer agua del Río Dulce en la provincia de Santiago del Estero, con la cual Santa Fe vive en conflicto permanente por el agua del Río Salado.
Se perdieron 24 meses y un sinfín de dinero en consultorías ?abonadas por Aguas Santafesinas? para luego llamar a la misma licitación inicial sin cambios importantes, fundamentada en la ley que habían rechazado y con idénticos tipos de caños a los que habían sido severamente cuestionados en las reuniones del Senado comentadas en este artículo.
El proceso licitatorio fracasó rotundamente y fue declarado nulo debido a que la comisión evaluadora descartó una oferta por inconvenientes en la financiación y consideró excesivos los precios cotizados por el ganador.
En definitiva, al día de hoy se han perdido tres años.
A esto se agrega que algunos funcionarios han llegado a afirmar que las obras se construirán en los próximos ¡20! años, lo que indudablemente es lo mismo que decir que nunca se llevarán a cabo.
Seguramente se licitará algún tramo para desviar la atención de los medios y luego se repetirá el fracaso del anterior proceso licitatorio.
Pero, ¿por qué se llegó a esta situación? Las causas fueron muchas. En primer lugar, está claro que el equipo que rediseñó los acueductos no tuvo sentido práctico e improvisó trazas donde se ignoró los estudios de los profesionales más calificados en la materia.
En segundo término, el actual gobierno nunca comprendió la ingeniería financiera que la ley contenía y que permitía diversas variantes de financiamiento.
Además, nunca negociaron correctamente la participación que el gobierno nacional tendría en las obras, la que ya había sido acordada y se llevaría a cabo luego de la inversión realizada en el Acueducto Centro.
Por último, y muy determinante, existió un incorrecto manejo de las finanzas provinciales en la asignación de recursos que impidió la participación de la provincia en la financiación de la obra.
En suma, se perdió un tiempo muy valioso que pagarán con su salud más de un millón de santafesinos afectados por aguas con arsénico y otros minerales.
Mientras tanto, como señaló Petrella, las embotelladoras seguirán haciendo su negocio "como parte de la nueva colonización del Siglo XXI".
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