Alrededor de quinientas familias pertenecientes al asentamiento “La Arboleda” reclaman por agua potable, al manifestar su preocupación por las consecuencias sanitarias de no contar con el vital elemento.
Sobre el particular una vecina del sector aseguró que han elevado sendos petitorios a Leonardo Domínguez, presidente de Servicoop y al Secretario de Obras Públicas Municipal, Jorge López, en las que mencionan “la difícil situación que están atravesando” y solicitan que “se habilite una conexión provisoria de dos canillas comunitarias ya que es de mucha urgencia para las familias contar con el vital elemento antes de que avancen los síntomas de intoxicación que en algunos vecinos ya se han evidenciado”, sostuvo Ana Arias, quien se presenta como representante de la populosa comunidad.
Según comentó Arias a El Diario, Desde la Cooperativa les habrían comprometido “mediar ante el Municipio” a fin de que les autoricen la habilitación de dos canillas.
El asentamiento autodenominado “La Arboleda” está ubicado dentro de la zona noroeste de la ciudad, cerca del barrio Pujol II. Alberga a cerca de quinientas familias, según informó la vecina, que desde hace más de tres años han instalado allí su hogar. En ese sentido los moradores explicaron que “al carecer de representación hemos creado un listado de vecinos que comprometiéndose a interceder por todos” para llevar a delante las gestiones necesarias “para legalizar nuestra situación”, dijo Arias, al reconocer que se encuentran en el lugar en situación irregular, pero que de todos modos tienen “necesidades urgentes” en materia sanitaria.
En comunidad
Ana Arias, se presentó ante las autoridades de la Cooperativa Servicoop al igual que ante la Municipalidad para explicar la “difícil y ya insostenible situación que estamos atravesando debido a que hace una semana aproximadamente estamos sin agua potable”, porque la irregularidad del asentamiento ha generado que “a lo largo de estos años, ya casi cuatro -explicó Arias- los vecinos que allí fueron llegando se ‘engancharan’ a la luz y se aprovisionaban de agua desde una canilla que habíamos puesto nosotros al borde de la carretera en donde se hayan los caños de agua”, dijo.
Días pasados se produjo una avería en los caños de distribución de agua y desde entonces los vecinos del asentamiento no tienen agua, por lo que ahora apelan a la solidaridad de las autoridades para lograr el preciado elemento, destacando que se trata de un pedido basado en la prevención de consecuencias sanitarias.
Ana Arias se excusó, explicando que conocen de la irregularidad de su situación al tiempo que indicó, “nosotros queremos estar al día con impuestos y queremos tener los servicios como el resto de la población”, pero no estarían en condiciones de cumplir con los requisitos económicos y sociales para alcanzar ese objetivo.
Los vecinos del asentamiento desean estar empadronados y recibir las ayudas con las que cuentan otros sectores de la ciudad como bonos de canje de garrafas o bolsa de alimentos, pero su prioridad es el agua potable.
Días difíciles
“Cada día juntamos agua para poder hacer la comida, el agua con la que nos lavamos las manos es la que utilizamos luego para tirar en el baño, no tenemos suficiente energía por lo cual las heladeras - quien la tiene- teme enchufarla porque se apagan y varias se han quemado, así que a la falta de agua le sumamos no tener refrigeración para los alimentos”, y temen que estas circunstancias deriven en enfermedades entre los niños y adultos del sector.
“Somos varios los que ya evidenciamos algunos problemas” como vómitos y descompostura y “en la sala de salud nos explicaron que debíamos decirle a la gente que antes de tomar el agua deben agregarle una gotitas de lavandina para desinfectar los bidones y el líquido porque el agua estancada por días junta agentes peligrosos para la salud”, comentó Ana.
“Estamos trayendo agua de donde podemos, con dos vehículos que hay en todo el barrio pero la situación es insostenible porque es vital el agua para poder hacer todo lo que se requiere en una casa”, refiere mientras comenta que deben recorrer varias cuadras para conseguir un bidón con agua lo que resulta agotador para las familias que no en todos los casos tienen trabajos formales.
Una cosa trae a la otra “pero a nosotros todo lo que nos trae es malo” aseguró Arias, “el trabajo ha caído mucho en estos dos años y cada vez son mas los desocupados y sabemos que el hilo de la madeja comienza porque el asentamiento es ilegal, pero yo me pregunto ¿a dónde nos vamos a ir?”.
En su relato, Ana Arias propició la oportunidad para agradecer a quienes han sido solidarios, vecinos que de un modo u otro, tratan de brindar su ayuda para que la vida en el asentamiento sea menos penosa. |
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