La ciudad capital estuvo sin agua por casi 20 horas debido a la rotura de un caño importantísimo para el abastecimiento. Sin explicaciones convincentes sobre los motivos por los cuales no se pudo aislar el problema -que habría evitado que no todo el ejido capitalino quedara sin el servicio-, el ministro de Aguas, Servicios Públicos y Medio Ambiente, Antonio Ciancio, no encontró mejor salida que atribuirle la responsabilidad a los 25 años de gobiernos justicialistas. Adviértase que la toma principal de agua está sobre el Colastiné.
Así como para los cortes de energía eléctrica que sufre Rosario Ciancio responsabiliza a “los enganchados” de los barrios marginales, en el caso capitalino también se olvidó de que este gobierno lleva más de dos años de gestión y que aumentó todas las tarifas de servicios e impuestos provinciales que pagan las familias.
Terminó una semana difícil para Ciancio y la que viene posiblemente no será más benigna, porque deberá explicar ante la Cámara de Diputados la contratación directa de dos constructoras para la administración de la autopista General López, cuando la finalización de la concesión había sido una crónica anunciada. Para esa fecha el ministro contará con un expediente más armado que cuando se solicitó su presencia en la Legislatura.
Pero centrar el debate en Ciancio es una equivocación más. Lo que está en evaluación es el modelo de gestión del gobierno de Hermes Binner. Ciancio intenta administrar una megacartera en la que confluyen tantos temas como los hay en la provincia. Nadie con conocimiento de lo que era una gestión provincial pudo haber llegado al diseño de gabinete que en su momento se elaboró.
La gestión de Binner preocupa dentro del Frente Progresista: a los del mismo partido y a los “primos hermanos”, como llaman los radicales a los socialistas y, más aún, inquieta la fuga hacia adelante que realiza el gobernador, que cabalga entre actuar de embajador itinerante y referente de un hipotético acuerdo nacional en el marco de la Coalición Cívica.
Se cae de maduro que Ciancio llegará a la Cámara de Diputados precedido por una reunión reservada entre los principales referentes del socialismo y las autoridades de los demás partidos que componen el Frente Progresista. Binner no entregará a su ministro luego de haber afirmado la legalidad del curso que tuvieron los hechos, pero tampoco los demás actores de la coalición están dispuestos a pagar los costos, cuando ya está desatada la carrera electoral 2011 para la Casa Gris, una puja que no dará tregua.
Cada uno en lo suyo
En la vereda de enfrente, el justicialismo ha comenzado a plantearse estrategias individuales vinculadas con las elecciones generales del año próximo. La presencia de Néstor Kirchner en el territorio -estuvo en Pérez- fue un hecho de agenda que generó expectativas mediáticas, pero no tanta como se pretendió atribuir.
Los cronistas indicaron una presencia de entre 1.000 y 1.500 personas, asistencia que resultó bastante menor que la esperada por los organizadores, que habían hecho una estimación previa de 4.000 almas en los actos. Estuvieron los seguidores de siempre: los partidarios del diputado nacional Agustín Rossi y de su par Gustavo Marconatto.
El ex presidente sabía que llegaba a un territorio no sencillo de encantar; en tanto, los principales referentes de la dirigencia provincial decidieron seguir manteniendo su distancia. Kirchner cuestionó al gobernador Binner y, sin nombrarlos, también a Carlos Reutemann y a Jorge Obeid, y sólo cosechó réplicas. La respuesta del ministro Antonio Bonfatti fue procedente: la provincia recibe mucho menos ATN que lo que aporta, y los números son reveladores. En el plano político, los reutemanistas salieron a responder desde el discurso político.
El acto no dejó cosecha. En el peronismo provincial todavía están muy mezcladas las cosas y la presencia de intendentes y presidentes comunales se vincula más con poder llevar alguna mejora a sus jurisdicciones que con una adhesión a Kirchner.
Desde afuera del partido se ve como necesario que la dirigencia de los sectores internos se encuentre y analice cursos de acción para el futuro, con independencia de lo que pueda llegar a decidir Carlos Reutemann respecto del suyo.
Jorge Obeid, Juan Carlos Mercier, Ricardo Spinozzi, Daniel Germano, Omar Perotti, Rafael Bielsa, Agustín Rossi, Norberto Nicotra y quizás algunos más han expresado sus deseos de pelear por la Casa Gris. Ninguno concreta nada si antes no hay un acuerdo sobre puntos básicos vinculados propiamente con el territorio y sin estar tan atado a cómo jugarán los referentes nacionales para la Casa Rosada.
En este esquema, lo primero debería ser una conversación de fondo con Carlos Reutemann, independizándolo de sus propias decisiones para 2011 y centrando el dilema que gana al justicialismo en la provincia.
Estaría fuera de toda razón pensar que el peronismo pueda tener alguna chance si no hay diálogo interno. Es necesario que se fijen reglas de juego para todos y se definan acuerdos de mínima que los asocien.
De igual modo, mirando al Frente Progresista, se advierte que también tendrá que darse entre los socios de la coalición ese nivel de diálogo sobre aspiraciones personales y gestión: ya se demostró que no alcanza con amalgamarse para ganarle al peronismo, si después no se sabe cómo cumplir las promesas de campaña.
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