El día después del acuerdo por Botnia, los presidentes José Mujica y Cristina Kirchner se mostraron confiados en que el conflicto por la pastera quedará superado. “Estoy conforme, estoy bien” con el resultado obtenido, dijo Mujica a los medios en Montevideo. “Consideramos que esto pasa al telón de los recuerdos. Seguramente, van a surgir otros (problemas), porque vivir es desfacer entuertos, pero pienso que éste no es un día histórico, es de historieta”, bromeó. Por su parte, la Presidenta aseguró que el gobierno nacional está “muy contento” con el acuerdo alcanzado “con nuestros hermanos orientales”.
El acuerdo fue ampliamente comentado en el Uruguay, en general con la lectura de que “bajaron las pretensiones argentinas”. Las principales figuras de la oposición, que el miércoles a la noche fueron convocadas por el canciller Luis Almagro para explicarles los detalles de lo convenido, no pusieron objeciones.
En Fray Bentos, el intendente Omar Lafluf respaldó el convenio y consideró que “repercutirá en buena forma en la calidad ambiental de la zona”. Los dueños de comercios y empresas también se dijeron satisfechos. “Para nosotros supone una tranquilidad enorme, porque podemos empezar a pensar a largo plazo y comenzar los trabajos para recuperar del todo la normalidad”, dijo el portavoz del sector, Leopoldo Cayrus.
Desde Botnia-UPM, en cambio, no hubo ningún tipo de declaración. “A la empresa no le corresponde hacer comentarios por tratarse de un tema político”, dijeron voceros de la compañía.
Las expectativas de dar vuelta la página en el conflicto están planteadas, de todas formas, más por voluntad política que por los hechos. Si bien el acuerdo firmado por los presidentes da un marco al monitoreo, al fijar que se creará un comité de cuatro científicos, dos argentinos y dos uruguayos, que estarán a cargo de los controles, y al establecer que podrán entrar a la planta doce veces al año, el monitoreo en sí todavía debe ser definido. En los próximos días, los técnicos de las dos cancillerías tendrán que discutir qué se va a medir y de qué manera. No sería una sorpresa que surgieran nuevos tironeos.
El proyecto elaborado por la Cancillería argentina para el control de la planta prevé, por ejemplo, instalar sensores automáticos para controlar los efluentes líquidos y las emanaciones gaseosas, estudiar todos los líquidos que Botnia vuelca al río, medir contaminantes asociados a este tipo de industria como las dioxinas y furanos, hacer un seguimiento de peces y anfibios que pueden acumular tóxicos. En un monitoreo conjunto, cada uno de estos parámetros a controlar debe ser consensuado, como así también el método a seguir.
Por la reserva en que se han manejado las negociaciones, no se conoce cuál es el criterio técnico del gobierno uruguayo. La propuesta argentina, al ser presentada en la Comisión Administradora del Río Uruguay, fue rechazada en todos sus puntos, y por ese motivo los presidentes debieron asumir personalmente la negociación. Firmaron primero la declaración de Anchorena, que estableció que habría un plan de vigilancia para Botnia y otro de seguimiento del río. Esta declaración no fue suficiente para que las cancillerías pudieran avanzar en diseño del monitoreo, y por esto los presidentes volvieron a negociar personalmente y firmaron el acuerdo del miércoles. Ahora, los técnicos volverán a sentarse, con este último texto, más específico, como respaldo, para tratar de acordar el diseño en sí del monitoreo.
Las dudas de un ex negociador
El ex negociador argentino Raúl Estrada Oyuela cuestionó el acuerdo sobre el monitoreo firmado por los presidentes de Argentina y Uruguay. El diplomático opinó que fue una salida “para ganar tiempo, para salir del paso”, que “no satisface lo que se había comprometido en junio y mucho menos lo que es la aspiración legítima de la gente que quiere estar segura sobre cuáles son las condiciones ambientales”. Para Estrada Oyuela, al convenio “le faltan precisiones”. “Lo único que presenta (el acuerdo) es la idea de un comité de cuatro científicos y el trabajo para hacer es para mucho más que cuatro personas. El plan para trabajar no está dicho todavía. Determinar los parámetros del monitoreo es una tarea complicada.”
El ex funcionario fue encargado de Asuntos Ambientales de la Cancillería y, en los años iniciales del conflicto por la pastera Botnia (hoy UPM), fue uno de los negociadores en representación de la Argentina. Lo relevaron de ese cargo en 2007, luego de criticar a la entonces secretaria de Medio Ambiente, Romina Picolotti.
Ayer, al ser consultado sobre el acuerdo, consideró que era “necesario” tomar una decisión política al respecto y, por eso, “está muy bien que los presidentes se hayan involucrado, porque hay que evitar la confrontación”. Sin embargo, opinó que en estas cosas “hay que negociar y llegar a algo y aquí no se llegó a nada”. A su juicio, “Uruguay ha sacado todo lo que quería”. |
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