En falta. Hay cada vez más asentamientos que generan desperdicios. Falta censar a las fábricas.
Dos años pasaron desde el histórico fallo de la Corte Suprema de Justicia que ordenó el saneamiento del Riachuelo. Sin embargo, uno de los principales elementos que conforman el mapa de la contaminación de la cuenca sigue en crecimiento: en doce meses, la cantidad de basurales a cielo abierto se incrementó en el 54 por ciento.
El número surge de un informe elaborado por un cuerpo colegiado de organizaciones medioambientales a cargo de controlar el progreso de las obras. Allí consta que en marzo de 2009 había 141 basurales clandestinos, mientras que a igual mes de este año se contabilizaron 217, de los cuales, según fuentes de la Defensoría del Pueblo de la Nación, 16 están ubicados en la Capital.
Los datos fueron recolectados de los reportes emitidos por la propia Autoridad de la Cuenca Matanza-Riachuelo (Acumar), la entidad que lleva a cabo la tarea de recuperación, y de la causa que originó la sentencia. El organismo, ahora autárquico, fue conformado por la Ciudad, la provincia de Buenos Aires y la Nación.
Las causas del crecimiento no son del todo claras. “No puede saberse si hubo un crecimiento en la cantidad real o sólo en lo que se informó, porque los parámetros utilizados en la primera medición no eran objetivos”, señala Andrés Napoli, director del área Riachuelo de FARN, una de las ONG que monitorean el proceso, aunque confía en que el último número está más cerca de la realidad. “Ahora se precisó que lo que se considera como un basural a cielo abierto es un lugar permanente y consolidado con más de dos hectáreas de extensión.”
Desde la Defensoría del Pueblo de la Nación se inclinan por la hipótesis de un incremento real. “El fallo de la Corte indica que se debía prevenir la formación de nuevos depósitos, pero no hubo ninguna acción en ese rumbo”, alerta Anselmo Sella, defensor adjunto primero de la Nación.
Para Acumar, la causa principal de de los nuevos focos de contaminación es la instalación de más viviendas precarias en la cuenca. “Los camiones recolectores no pueden pasar porque las calles no están pavimentadas. Entonces, la gente lleva los residuos al primer lugar que puede y se terminan formando basurales”, relata Gustavo Villa Uría, presidente de Comité Ejecutivo del organismo.
A pesar de esto, el funcionario no descarta errores en el resultado obtenido el año pasado. “Hace sólo dos meses que somos un ente autárquico. Antes no manejábamos nuestro propio presupuesto. Además, no había una línea de acción continua y trabajábamos con gente que no se ocupaba exclusivamente del tema del Riachuelo”, justifica.
“Retiramos 15 kilos de residuos por cada uno de los 5 millones de habitantes de la cuenca”, afirma. Sin embargo, admite que la cantidad de pobladores afectados se calcula según el censo de 2001, y que esperan el próximo, que se realizará en unos meses, para tener un número fiable.
Según los expertos, las otras dos patas de la contaminación son las cloacas y las industrias contaminantes. Con respecto a la primera, se informa que se cumplieron apenas el 11% de las obras necesarias, aunque ya fue aprobado un préstamo del Banco Mundial por 840 millones de dólares que se destinará en gran parte a esa área. Para las industrias, de las 9.209 fábricas contabilizadas por la Autoridad, hasta junio sólo 118 fueron declaradas contaminantes. Ninguna fue reconvertida y sólo tres fueron clausuradas.
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