Varias razones explican la satisfacción que evidenciaron ayer los presidentes Cristina Kirchner y Lula da Silva. Tal vez la más importante, por su impacto en la protección de los tentadores recursos naturales propios, fue la nueva declaración sobre Malvinas.
"No es una más" subrayó la Presidenta para atajar lo que supuso podría ser el pensamiento de los periodistas, acostumbrados a la eterna reedición de este pronunciamiento. Ayer hubo de hecho algo bien diferente: por primera vez Brasil suscribió un comunicado que menciona no sólo a las Malvinas. Incluye dentro de la soberanía las Islas Georgias y Sandwich del Sur como también la plataforma continental de Argentina.
Desde luego, para CK fue una nueva victoria diplomática. Y tiene su base en la importancia económica que adquirió la reivindicación nacional sobre los archipiélagos del Atlántico Sur después que los británicos comenzaron a extraer crudo del área circundante.
Lo que era una puerta de acceso a la Antártida se convirtió de buenas a primeras en una fuente inestimable de petróleo. La existencia de una potencia extranjera que explota los recursos off shore en la zona más austral del continente hoy enerva a los países del litoral oceánico dueños de ingentes cantidades de combustible dentro del territorio marino que les pertenece, como es el caso de Venezuela, Brasil, Argentina y Uruguay.
Brasil posee en su costa atlántica las mayores reservas de crudo del país, un descubrimiento que de no más de cinco año, y alguna vez se llegó a presumir que esas riquezas se prolongan por el litoral uruguayo y eventualmente el argentino (algo que no está comprobado).
Por esa razón, incluir a las Georgias y Sandwich contiene, del lado brasileño, un mensaje que supera el gesto de solidaridad. Coherente con la necesidad de preservar su patrimonio con esta declaración pretende advertir sobre eventuales tentaciones externas, que nunca se pueden descartar.
Fue lo que también animó ayer a los otros países del Mercosur y a estados asociados como Chile y Bolivia a ratificar un alegato semejante. Según consta en el comunicado final de la cumbre del bloque en San Juan, los 6 países declararon que las medidas adoptadas por Gran Bretaña violan las resoluciones de Naciones Unidas. Recordaron el "interés regional" de que el conflicto entre el Reino Unido y Argentina "alcance cuanto antes una solución". Para el Cono Sur equivale a romper con la legalidad internacional la nueva pretensión de considerar las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur como "territorios" en los que regiría el tratado de la Unión Europea y que pasarían a ser considerados regiones de ultramar.
En ese contexto, ratificaron un compromiso: "De conformidad con el derecho internacional, el derecho del mar y las normas nacionales respectivas, (los países miembros del Mercosur y sus asociados) se comprometen a no facilitar las actividades de naves que tengan por fin apoyar de manera directa las actividades en hidrocarburos que afecten los derechos de la República Argentina en su plataforma continental".
Desde luego, estaban todos los presidentes. Fueron ellos quienes convinieron en rechazar "las actividades de exploración de recursos naturales no renovables en la plataforma continental argentina que desarrolla el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda de Norte".
CRISTINA PIDIO SEPARAR EL RECLAMO ARGENTINO DEL ROL GLOBAL DE LULA
Sin asperezas por la cuestión iraní
Movido en gran medida por un fuerte interés diplomático de demostrar quién es su único socio en proyectos nucleares, el presidente Lula da Silva le planteó a su colega Cristina Kirchner un proyecto que atiende varios frentes.
Se trata de la construcción de dos reactores atómicos para producir radiofármacos al tiempo que permiten trabajos de investigación.
Se basarían en un "nuevo diseño" elaborado por científicos y técnicos de ambos países.
En sí, se trata de un plan tentador, ya que activaría un mercado internacional que la Argentina logró conquistar con el desarrollo de sus reactores propios al punto de haber puesto el pie en una licitación en Holanda. En este terreno, los argentinos tienen ventajas.
Han exportado reactores a Australia, Egipto y Argelia, por mencionar unos casos. Pero así como hay un apremio brasileño por adquirir tecnología, existe también una decisión de la diplomacia y el gobierno brasileño de mostrar que la cooperación nuclear se limita casi exclusivamente a la Argentina.
Esto tiene que ver con las confusiones que se crearon alrededor de las gestiones que realizaron Lula y su canciller Celso Amorim en relación a Irán. Vale recordar que en mayo último Brasil, Irán y Turquía firmaron una declaración que abría el camino para una negociación entre las grandes potencias y el país persa. Por motivos que según Lula resultaban "incomprensibles" tanto EE.UU. como Francia y Rusia rechazaron ese acuerdo de Teherán y optaron por castigar a Irán con nuevas sanciones. Lula reiteró, en rueda de prensa, que lo que más le había incomodado era que aquel documento firmado con sus colegas de Irán y Turquía "reproducía con fidelidad los términos de lo que EE.UU. pretendía conseguir y que (Barack) Obama me indicó en una carta". Esta vez, Cristina pidió no confundir los tantos. Una cosa es "el reclamo de justicia" por el atentado de 1994. Otra, subrayó, es cuestionar a "nuestros amigos sobre con quienes se reúnen". Y concluyó: "A nadie le puede caer mal que alguien interceda para la resolución de un conflicto".
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