Históricamente este sector de la pampa húmeda, se caracteriza por sus inviernos secos, e incluso esa condición se extiende hasta el inicio de la primera, cuando las lluvias comienzan a hacer un buen trabajo para definir las campañas.
En lo que va del año, el acumulado en siete meses de lluvia asciende a 540,7 milímetros; y un promedio mensual de 77,24, según los datos de la Estación Agrometeorológica del INTA Rafaela. Estas cifras, contrastadas con la serie histórica de 1930 a 2009, no existe gran diferencia, ya que el acumulado es de 576,9 milímetros de enero a julio, con un promedio mensual de 82,42.
Sin embargo, al no haber caído tanto el cociente, se puede entender que junio y julio fueron meses muy secos, porque de los 29,2 y 23,3 del promedio histórico, este 2010 registró 0,6 y 3,3 milímetros. Hubo meses de gran acumulación de agua en los perfiles, como los 69,7 de mayo que superaron en 20 milímetros al promedio habitual, que es lo que permitió una buena siembra del trigo y que es lo que está manteniendo al cultivo, que en las próximas semanas va a comenzar a mostrar sus hojas y será allí cuando el agua será fundamental en el crecimiento y los rindes posteriores.
No existe la desesperación de años anteriores, cuando la lluvia era sólo un recuerdo, pero si hay preocupación por que los pronósticos se cumplan. La solución de todo este tema se encontraría "en una buena lluvia de unos 30 milímetros", según expresó Juan Carlos Bertero, de Agricultores Federados Argentinos, al reconocer que no sólo el trigo, sino también las pasturas para la cría de animales "están al límite".
La lluvia ayudaría a una mejor absorción de los fertilizantes que se están aplicando; y del mismo modo colaborarían con generar cierto reparo en los cultivos a causa de las constantes heladas que por falta de humedad afectan de manera directa a cada planta.
El déficit hídrico iniciará su escalada en próximas semanas, ya que todos los episodios de agua que se vienen pronosticando no se están cumpliendo y eso es lo que inquieta a todo el sector agropecuario. Sin embargo, a la hora de hacer predicciones acerca de la campaña, no se descarta el calificativo de "interesante".
Teniendo en cuenta que la pasada primavera fue muy lluviosa, que debió recuperar una falta de agua muy complicada desde el otoño, la campaña terminó de manera favorable, por lo tanto espera que con una "caída de agua normal y más equilibrada, la cosecha puede resultar buena, tanto para el maíz, la soja y el girasol, además del trigo", advirtió Bertero, sin perder de vista la mejora en las cotizaciones de cada elemento, especialmente en la soja que ya pasó los mil pesos por tonelada y podría crecer hacia fin de año.
De la naturaleza se depende y sólo queda aguardar el destino que ella defina. Todas las esperanzas están centradas en el cielo.
Foto: Archivo Programa Infoambiente |
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