Producida la declaración según la cual el Gobierno chileno de Sebastián Piñera afirmó categóricamente que no dará, de ninguna manera, una salida soberana al mar a Bolivia, y luego que la Cancillería de Bolivia considerase que esa decisión de La Moneda era “positiva”, se anunció que a mediados de julio se reanudaría en La Paz el diálogo sobre la Agenda de los 13 puntos, entre los vicecancilleres Mónica Soriano, de Bolivia, y Fernando Schmidt, de Chile. La reunión fue aceptada por Bolivia sin que existan relaciones diplomáticas entre las dos naciones, las cuales están rotas desde hace 50 años a raíz de la desviación unilateral de las aguas del río Lauca, la misma que está causando gravísimos daños ecológicos a todo el altiplano boliviano. Asímismo, la reunión se realizó bajo la espada de Damocles de la condición negativa de Piñera que afirmó que “la palabra soberanía no será tratada en el diálogo”.
La cita del 12 de julio debió terminar en horas de la tarde, pero fue prolongada para el día siguiente, quedando así paralizada la “hoja de ruta” propuesta por Bolivia. Un texto de acuerdo inicial fue consultado a Santiago, mientras el presidente Evo Morales reiteró su confianza para resolver los puntos pendientes y declaró: “Estoy seguro de que estas reuniones van a arrojar resultados”, y admitió que “no es sencillo resolver una demanda histórica que viene de un conflicto bélico”.
Una nueva reunión del martes tampoco tuvo resultado, mientras los dos vicecancilleres viajaron a Tambo Quemado para inaugurar un puesto aduanero bilateral y las delegaciones técnicas siguieron cambiando opiniones en particular sobre el asunto del Silala, tema candente que no tuvo solución, ya que Chile rechazó la posición boliviana sobre la deuda histórica por el uso de las aguas de ese manantial durante cien años, sin ningún pago.
Finalmente, el miércoles se llegó a acuerdos y en la tarde se leyó una declaración conjunta en la cual nada concreto se dijo sobre la necesidad de que Chile otorgue a Bolivia una salida soberana al mar. Al respecto, la vicecanciller Mónica Soriano declaró que pese a todo “existe un alto nivel de confianza que se alcanzó en la reunión y se acordó abordar el tema marítimo... en reuniones sucesivas”. También se conoció la propuesta de Santiago sobre la rehabilitación de la línea férrea Arica-La Paz y la habilitación del puerto de Iquique para aumentar actividades comerciales de Bolivia. En síntesis, los dos puntos principales que aprobó la reunión fueron: no considerar el asunto de la salida soberana de Bolivia al mar y tratar la cuestión de la deuda histórica y las aguas del Silala, que ahora fluyen a Chile sin pago alguno, para el futuro, resultado negativo sobre el que el Cónsul boliviano en Santiago dijo que “Estamos a punto de abrir la puerta de negociación sobre el mar” con Chile y que “no ha bajado el nivel de confianza”.
Al finalizar la negativa reunión para Bolivia, el Presidente chileno reiteró que “vamos a ser muy creativos y perseverantes en facilitar ese acceso al mar. Pero sin duda, tenemos ciertas restricciones, particularmente en lo que se refiere a la soberanía” (19 de julio), y, por tanto, el asunto marítimo boliviano quedó fuera de la Agenda fatídica de los 13 puntos, aunque quedó alguna esperanza sobre la cuestión del manantial del Silala. Sin embargo, cuando se trató este último punto, la delegación chilena rechazó toda consideración de la deuda histórica por las aguas de ese manantial, y se tiró la “papa caliente” a un “mecanismo de trabajo técnico que luego será traspasado a la comisión de consulta política”, según el cónsul San Miguel, quien consideró, además, que “desde el punto de vista boliviano, no hay retroceso, más bien hay una posición de principio”. |
|
|