Ante la reducción de la disponibilidad de agua por el cambio climático, se estima que ocho de cada 10 litros se destinan a la producción de alimentos, por lo que se debe acelerar la ampliación de superficie bajo riego pues de los 22 millones de hectáreas cultivables sólo 18.5 por ciento tienen dichos sistemas, indican estudios del Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera y de Financiera Rural.
Para producir 13 millones de toneladas de maíz se requieren 6.6 millones de hectáreas de temporal o bien 1.8 millones de hectáreas de riego; si se utilizaran sistemas de riego en las 173 mil hectáreas de trigo, se obtendría 3.2 veces más de la producción actual. La productividad debe medirse no sólo por toneladas producidas por hectárea sino por metros de agua utilizada.
El 77 por ciento del agua disponible en el país se dirige a la agricultura, 14 por ciento al uso doméstico y 9 por ciento a la industria; en Estados Unidos, 41 por ciento es para la producción de alimentos, 46 se dirige a la industria y 13 por ciento al uso doméstico. En Canadá es de 12 por ciento para el sector agrícola y 20 para el doméstico, el porcentaje restante, lo emplea la industria.
Ante el aumento de la población y de la demanda de alimentos es necesario ampliar la cobertura de los sistemas de riego para elevar la producción, lo cual redundará en beneficio de los campesinos, sostienen ambos organismos.
Para amortiguar el estrés por falta de agua, particularmente en zonas semiáridas, Sagarpa inició la construcción de obras para almacenar 93 millones de metros cúbicos, y el año pasado trasfirió recursos por 686 millones de pesos al Fondo especial de financiamiento agropecuario de Fideicomisos Integrados en Relación con la Agricultura para impulsar el proyecto estratégico de tecnificación de riego.
El análisis de Finrural establece que otro aspecto que debe abordarse son las bajas tarifas que pagan los agricultores por el recurso, lo cual propicia una sobrexplotación de acuíferos; consideró importante replantear la actual forma de subsidios al uso del agua, promoviendo un esquema que fomente la tecnificación y uso eficiente del líquido.
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación asentó que si la temperatura promedio anual aumentara entre tres y cinco grados, los países en desarrollo aumentarían sus importaciones de cereales entre 10 y 40 por ciento con precios más elevados, pues se estima que en las próximas cuatro décadas el consumo per cápita pasará de las 2 mil 750 calorías diarias por persona a casi 3 mil 250 calorías.
Sin embargo, 40 por ciento de las tierras cultivables en el mundo están degradadas y a ello se suma la desaparición de 13 millones de hectáreas de bosques anualmente.
Esta situación también revela que ya no habrá precios bajos de los alimentos ni en los mercados internacionales se encontrarán montos razonables, pues ante la escasez de alimentos, excesos de lluvias o de altas temperaturas, los países restringirán las exportaciones de ciertos alimentos o racionarán su venta.
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