Los incendios y la sequía acorralan a Rusia. Se trasladan arsenales enteros a lugares seguros, se combate el fuego en zonas con instalaciones nucleares y la vida se hace insostenible en Moscú, cubierta por una gigantesca nube de humo.
Las autoridades rusas hicieron un llamado a voluntarios ayer a través del Ministerio de Situaciones de Emergencia para combatir unos gigantescos incendios forestales que arrasan el distrito federal del centro de Rusia y literalmente asfixian a Moscú, tras desplazar misiles y poner bajo vigilancia zonas nucleares en riesgo.
Cerca de 500 militares talaban los bosques de los alrededores del centro nuclear Sarov (región de Nijni-Novgorod, a 500 km al Este de Moscú) para erradicar definitivamente el riesgo de propagación del fuego, indicó un portavoz. Las autoridades, luego de haber declarado varias veces que no había ningún riesgo, afirmaron que todos los materiales radioactivos y los misiles habían sido evacuados a principios de la semana.
El ministro de Situaciones de Emergencia, Serguei Shoigou, afirmó que sus equipos estaban trabajando para evitar una propagación de los incendios más hacia el Oeste de Rusia, donde los suelos todavía están contaminados tras la catástrofe de Chernobil en 1986.
"Vigilamos atentamente la situación en la región de Briansk", en la frontera con Ucrania y Belarús, porque "si se declara allí un incendio, podrían salir volando con el humo algunas sustancias radiactivas, y aparecería una nueva zona contaminada", advirtió.
Moscú fue nuevamente invadida ayer por el humo de los incendios que volvían el aire irrespirable. Los moscovitas, entre los cuales muchos llevaban mascarillas sanitarias, se vieron envueltos en la peor nube de humo desde que los incendios estallaron hace más de una semana, y los expertos advirtieron acerca de la contaminación, muy por encima de la norma de seguridad.
El presidente ruso, Dimitri Medvédev, dijo durante una visita a una central de llamadas de urgencias médicas que la atmósfera de la capital era "sofocante" y llamó a los moscovitas a tener "paciencia".
Según una portavoz del registro civil de la capital rusa, Evguenia Smirnova, el número de fallecimientos en Moscú en el mes de julio aumentó casi un 50% en comparación con el mismo mes del año pasado, con casi 5.000 muertes suplementarias imputables a la ola de calor.
El balance oficial de las pérdidas humanas en los incendios forestales que asolaron miles de hectáreas en el Oeste del país pasó ayer de 50 a 52 muertos, según anunció el ministerio de Salud.
La crisis también ha puesto a prueba la capacidad de liderazgo de sus dos máximos dirigentes, el presidente, Dimitri Medvédev, y el jefe del gobierno, Vladímir Putin. Más allá de las propagandísticas imágenes televisivas, que les muestran en continua actividad, los ciudadanos de a pie dan muestras de creciente insatisfacción por la gestión de sus líderes.
El malestar afloró en Nizhni Nóvgorod en la reunión que Putin mantuvo con víctimas de los incendios. Estas recibieron al jefe de gobierno a gritos, según imágenes ampliamente contempladas en Internet. En ellas puede verse una multitud que recibe a Putin con gritos de "fuera el gobierno" y que propone "juzgar" a los miembros de la administración local. Tras este incidente, Putin recurrió a Internet, un terreno que hasta ahora ha sido feudo de Medvédev, para contestar a un bloguero que se quejaba por la desaparición del viejo sistema de extinción de incendios (estanques de agua y una campana), de su pueblo y reclamaba por la falta de bomberos.
Temor en las bases militares y arsenales
La amenaza de incendios en bases militares y centros de almacenamiento de materiales radiactivos se ha hecho realidad en varios casos. En una unidad adscrita al centro de prevención de ataques de misiles de la región de Moscú se declararon ayer dos focos que fueron extinguidos sin que se registraran víctimas, según el Ministerio de Defensa.
El 29 de julio, en el distrito de Kolomna, en los alrededores de la capital, se declaró un incendio en unos almacenes de aviación pertenecientes a la Marina. Ese mismo día y en el mismo distrito hubo otro incendio en una base del Ministerio del Interior. La Fiscalía militar ha abierto una investigación criminal contra el jefe de esta base, el coronel Yuri Chernyj, al que acusa de "negligencia", y está inspeccionando los sistemas de extinción de incendios de todas las instalaciones militares. Cinco altos cargos de la Marina fueron destituidos a resultas del siniestro. Su ex jefe, Víctor Biront, dijo que se pasó 10 días intentando apagar el fuego junto con los marineros y personal civil sin que sus jefes se dignaran atender sus peticiones de ayuda. Según Biront, ni el Ministerio de Situaciones de Emergencia ni la policía ni los bomberos se dieron prisa para socorrerle el 29 de julio, cuando los almacenes eran ya pasto de las llamas. La razón, según Biront, es que estaban salvando lujosas villas.
El fuego cercano al Centro Nuclear Federal de Serov parecía controlado con ayuda del Ejército. "Se ha frenado el avance del fuego, pero el contraataque no avanza", manifestó Asjat Kayumov, de Greenpeace. También en Briansk, donde hay materiales radiactivos enterrados tras el accidente en la central nuclear de Chernóbil, la situación estaba controlada ayer, según la diputada local Liuidmila Komogorzeva. "La situación es tensa, pero de momento está bajo control", señaló. Komogorzeva puntualizó que "si se levanta un viento fuerte que avive los incendios sobre los bosques radiactivos, se podrían remover los radionuclidos y la situación sería peligrosa también para Bielorrusia y Europa".
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