Los peores incendios forestales de la historia moderna de Rusia obligaron a las autoridades de Moscú a desplazar sus misiles de las bases militares amenazadas y a redoblar la vigilancia en las zonas nucleares en riesgo, mientras la capital rusa es invadida por el humo y por una agobiante ola de calor.
En tanto, el ministerio de Situaciones de Emergencia lanzó un llamado a voluntarios para reforzar la lucha contra los incendios que arrasan el centro de Rusia y que amenazan a Moscú. "Todas las personas que deseen ayudar pueden llamar por teléfono al centro regional del ministerio de Situaciones de Emergencia", indicó un vocero. Según el ministerio, la situación sigue siendo complicada en las regiones de Nijni-Novgorod y de Moscú.
Unos 500 militares talaban ayer los bosques de los alrededores del centro nuclear Sarov, 500 kilómetros al este de Moscú, para erradicar definitivamente el riesgo de propagación del fuego.
Las autoridades, luego de haber declarado varias veces que no había ningún riesgo, afirmaron que todos los materiales radiactivos habían sido evacuados a principios de la semana. El ministerio de Defensa anunció que había transferido hacia un lugar seguro misiles de un depósito de la región de Moscú.
No obstante, las autoridades informaron que los misiles nucleares y los depósitos cuentan con sistemas de protección ante rayos, cortocircuitos e incendios. También la agencia nuclear rusa Rosatom sostuvo que el fuego no supone un peligro para las plantas nucleares de uso civil.
El ministerio de Defensa reconoció que un incendio había destruido el 29 de julio una base logística de una unidad de paracaidistas, la segunda instalación del ejército destruida por el fuego.
El ministro de Situaciones de Emergencia, Serguei Shoigou, afirmó que sus equipos también estaban trabajando para evitar una propagación de los incendios más hacia el oeste de Rusia, donde los suelos todavía están contaminados tras la catástrofe en la central atómica de Chernobyl, en 1986.
"Vigilamos atentamente la situación en la región de Briansk [en la frontera con Ucrania y Belarús, porque] "si se declara allí un incendio, podrían salir volando con el humo algunas sustancias radiactivas, y aparecería una nueva zona contaminada", advirtió.
En tanto, Moscú fue nuevamente invadida por el humo de los incendios, que volvió el aire irrespirable y obligó a desviar a los aviones que llegaban a la capital. En algunos barrios, la visibilidad era de apenas 200 metros y el intenso olor a quemado penetraba en las casas de la capital rusa, que ayer tuvo una temperatura que superó los 35°.
La nube de humo es tan densa que los visitantes de la plaza Roja apenas llegan a ver las torres del Kremlin o las famosas cúpulas multicolores de la catedral de San Basilio. La contaminación elevó hasta cinco veces los niveles normales en la ciudad de 10,5 millones de habitantes, el mayor índice desde que comenzó hace un mes la peor ola de calor de Rusia en más de un siglo.
"Me duele la cabeza; siento náuseas y tengo miedo por mi madre, de 83 años, que se siente muy mal", dijo la empresaria de 50 años Marina Orlova, en el centro de Moscú.
El verano de 2010 debería superar todos los récords de calor en Moscú desde la apertura de los registros de temperatura hace 130 años. Se alcanzó a un máximo histórico de 38°2 Celsius en la capital.
Según una vocera del registro civil de la capital rusa, Evguenia Smirnova, el número de fallecimientos en Moscú en julio aumentó casi un 50%, en comparación con el mismo mes del año pasado, con casi 5000 muertes suplementarias imputables a la ola de calor. La cifra oficial de muertes a raíz de los incendios forestales que asolaron miles de hectáreas alcanzó ayer a 52.
El jefe de los servicios sanitarios rusos, Guennadi Onichtchenko, dijo que se habían cerrado 78 campamentos de vacaciones en Rusia a causa de la canícula y el humo.
Las pérdidas en las cosechas por la sequía ascienden a unos 1300 millones de dólares. Unas 200.000 hectáreas necesitarán ser reforestadas.
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