Sus precursores la consideran como la principal tecnología de la que dispone la agricultura para crecer en forma intensiva, sin necesidad de seguir incorporando superficie, y escaparle a los riesgos que imponen las lluvias. Desde hace casi 20 años, el centro norte de Córdoba ha adoptado al riego complementario por sistema presurizado como una estrategia creciente para la producción de cultivos extensivos. Bajo este paradigma hay en la provincia 220 productores que tienen 285 establecimientos con riego. En total son 330 los pozos activos que irrigan más de 110 mil hectáreas. La cantidad promedio de agua aplicada depende de la región. Va de los 180 milímetros en el centro sur de la provincia hasta 400 milímetros en el noroeste.
Con un modelo ya probado y un manejo tranqueras adentro ya consolidado, los productores regantes buscan ahora saber dónde están parados respecto a la disponibilidad del agua subterránea. Si bien Córdoba es una de las provincias que más información dispone respecto al uso de agua en sistema de riego suplementario, a partir de la tarea desarrollada por el Consorcio de Usuarios de Aguas Subterráneas Zona Uno y el Inta Manfredi, el paso que viene es estudiar las fuentes de provisión del recurso. La información es clave para nuevas inversiones y definir la capacidad de crecimiento del sistema.
Conocer las dimensiones y la demanda de los acuíferos es la tarea que los productores se han fijado para el corto plazo. "Para mantener la sustentabilidad del sistema debemos analizar la cuenca, para saber qué pasa con la recarga", aseguró Norberto Perticarari, presidente del consorcio durante la asamblea ordinaria que mantuvieron los regantes en la experimental de Manfredi. El objetivo de los productores es disipar, con datos contundentes, las sospechas que se generan sobre la aplicación de agua de riego cuando las lluvias son escasas.
Lo concreto es que hoy no hay datos sobre cuánta agua ingresa y se extrae de las cuencas. No sólo por parte de los productores agropecuarios, sino también de la industria y del consumo humano.
Datos preliminares. Las mediciones periódicas que los productores realizan de sus pozos no encienden, hasta el momento, luces de alerta.
Durante el verano, y cuando la falta de lluvias hacía que algunas voces se alzaran sobre los pivotes que regaban el maíz y la soja, sondeos de los niveles estáticos de los pozos (cuando la bomba no está en funcionamiento) en Morteros y General Cabrera mostraron reservas superiores a 10 años atrás. Un indicador de que la napa está incrementando su capacidad de reserva.
"Es un indicador más que hay que confirmar con un estudio exhaustivo de la cuenca", destacó Eduardo Martellotto, coordinador del área de Riego de Manfredi.
Otro de los datos que están aportando los productores es el consumo de agua y cómo es su distribución durante el año. El consorcio es el encargado de relevar esa información en forma periódica.
Si bien hoy no hay una legislación que limite la instalación de nuevos equipos de riego en la provincia, contar con la información sobre la disponibilidad del recurso permitirá no sólo desarrollar nuevos sistemas sino también hacer más eficiente lo que está vigente, aseguran los productores.
Agua buena. La calidad del agua para riego es un indicador que el Inta Manfredi viene relevando desde 1998, a través de su proyecto.
En los últimos 12 años, el laboratorio de la unidad experimental procesó 375 muestras de agua. Los parámetros determinados son conductividad eléctrica, PH, sales totales, calcio, sodio magnesio, potasio, carbonatos y bicarbonatos, cloruros y sulfatos. A partir de esos valores se determinan los peligros de salinización y sodificación de los suelos por el uso del agua muestreada.
"De acuerdo con las muestras analizadas, el agua utilizada para riego presenta en general un bajo porcentaje de salinización y sodificación de los suelos", precisó Ariel Rampoldi, del Inta Manfredi. Los mapas de agua elaborados por el laboratorio fueron confeccionados a partir de las muestras relevadas en los departamentos Río Primero, Segundo, Tercero Arriba y San Martín.
Respecto a la presencia de calcio en el agua, como elemento aislado, la FAO considera que las aguas aptas para riego tienen que tener una concentración menor a 400 miligramos por litro. Según las muestras analizadas en Córdoba, el ciento por ciento del agua tiene valores menores a ese umbral.
En cuanto a la concentración de magnesio, el 98 por ciento es apto para riego; sólo dos por ciento tenía el elemento con presencia mayor a 61 miligramos por litro, que la hace no apta para el riego complementario.
El 99 por ciento del agua mostró una concentración menor a 930 miligramos por litro de sodio, lo que la hace utilizable para riego. Sobre la presencia de carbonatos, el 13 por ciento de las muestras no podrían ser utilizados bajo riego por tener una concentración mayor a 30 miligramos por litro.
El relevamiento de bicarbonatos muestra que el ciento por ciento del agua para riego es apta, ya que tienen una concentración entre 0 a 625 miligramos por litro.
En el caso de los cloruros: el ciento por ciento del recurso se puede utilizar bajo riego, mientras que en los sulfatos, el 99 por ciento es apta para riego complementario. La medición de PH exhibe que el 94 por ciento de las muestras tiene aptitud para riego.
Riesgo escaso. A partir de estos parámetros individuales se construyen diferentes índices que determinan las amenazas de salinización y sodificación de los suelos.
"Para el peligro de salinización se toman los indicadores de conductividad eléctrica y sales totales. En conductividad eléctrica, el peligro es bajo cuando hay menos de 1,4 decisiemens por metro; moderado, entre 1,4 a 2,5 decisiemens; y severo, mayor a 2,5 decisiemens", precisó Rampoldi.
Respecto a la concentración de sales totales, el peligro es bajo cuando el índice es menor a 700 miligramos por litro; moderado, entre 700 a 1.400; y severo, arriba de 1.400. Según los datos relevados por los análisis, 82 por ciento de las muestras aportaron un bajo peligro de salinización del suelo; 14 por ciento, moderado y sólo cuatro por ciento un peligro alto. En el centro sur del departamento Tercero Arriba y zonas de Colón y Totoral fue donde se detectaron las mayores amenazas.
La alerta sobre el peligro de sodificación la da el índice RAS ajustado. Cuando es menor a 10, el riesgo es bajo; entre 10 y 15, es moderado; y mayor a 15, la amenaza es severa.
“Desde el punto de vista de los contenidos las sales totales hay un 74 por ciento con bajo peligro, 34 por ciento moderado y dos por ciento con alto peligro”, sostuvo Rampoldi. Las ubicaciones coinciden, casi en su totalidad, con las de salinización en los departamentos Colón y Totoral y Tercero Arriba. “Esta información se obtiene al comienzo del proyecto. Por lo que la identificación de cualquier agua con baja calidad hace que el proyecto con la inversión no se concrete”, sostuvo el técnico.
La base de datos sobre calidad de agua que se va conformando en la provincia permitirá, en un futuro, desarrollar una clasificación regional.
“Las clasificaciones no son locales ni adaptadas a nuestros sistema productivos y de manejo. Son de otros países elaboradas a partir de suelos muy trabajados y con sistema de riego totales”, graficó Martellotto. Es por eso que el técnico considera, como probable, una sobrestimación del impacto que pueda tener calidad de agua para los suelos de la región, que tienen buena cobertura, siembra directa continua y buenos niveles de materia orgánica. |
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