Los equipos de extinción empezaron a apagar algunos de los incendios que tienen en vilo a toda Rusia, aunque ayer todavía persistía la amenaza de que alguno de los focos alcanzara a un nuevo centro de investigación nuclear, al sur de Ekaterimburgo.
Según informó ayer el Ministerio de Emergencias, el área de incendios forestales en la región de Moscú se ha triplicado desde el viernes hasta alcanzar a las 210 hectáreas.
La mayor preocupación de las autoridades es, sin embargo, la amenaza de que las llamas lleguen a un nuevo centro de investigación nuclear, en el sur del país. Según el Ministerio de Protección Civil, el fuego se acercaba peligrosamente al complejo de investigación atómica de Snezhinsk, 80 kilómetros al sur de Ekaterimburgo. Los bomberos habían logrado contenerlo en un primer momento, según las autoridades. El incendio que estalló cerca de otro centro de investigación nuclear, el de Zarov, unos 400 kilómetros al este de Moscú, ya fue extinguido. La posibilidad de que el fuego libere sustancias tóxicas en plantas nucleares o en áreas de alta toxicidad es uno de los escenarios más temidos en Rusia.
Los incendios, los más graves en la historia reciente de Rusia, han provocado una ola de fuertes críticas al presidente Dimitri Medvedev, que en las últimas horas se puso a salvo del cerco de fuego que rodea a Moscú viajando a Abjasia. Ayer se cumplieron dos años del estallido de la guerra que enfrentó a Rusia y a Georgia en esa región rebelde georgiana.
"Creo que hubiera sido mejor que el presidente ruso se concentrara en sus problemas internos y se preocupara por los incendios forestales; tal vez intenta desviar la atención", declaró el ministro de Reintegración de Georgia, Temur Yakobashvili.
Las autoridades rusas tampoco se salvaron de las críticas en su propio territorio. Varios médicos de Moscú denunciaron que eran cautelosos a la hora de diagnosticar enfermedades vinculadas al calor y al humo de los incendios forestales por temor a perder sus empleos, debido al largo historial de Rusia de encubrir el impacto de los desastres.
Para la oposición, la respuesta del gobierno a la ola de incendios forestales ha sido "demasiado lenta". Uno de los políticos más criticados fue el poderoso alcalde de Moscú, Yuri Luzhkov, que se fue de vacaciones el pasado 2 de agosto y regresó a la capital ayer, "debido a la situación que vive la ciudad por los incendios", según dijo uno de sus voceros.
Los incendios causados por el tiempo más caluroso desde que comenzaron los registros hace 130 años han dejado a miles de personas sin hogar. Las autoridades recomendaron no aventurarse al aire libre en Moscú, donde muchos habitantes utilizan barbijos para no respirar el humo que envuelve la capital.
Las llamas ya han destruido unas 200.000 hectáreas y han provocado la muerte de por lo menos 50 personas, y las organizaciones humanitarias temen que la cifra sea superior.
Mientras tanto, la ayuda internacional sigue llegando: Alemania, Polonia y Francia enviaron recursos humanos y materiales para sofocar el fuego. Al mismo tiempo, algunos países decidieron retirar a parte de su personal diplomático de Moscú, y otros, como Estados Unidos y Alemania, aconsejaron a sus ciudadanos no viajar a Rusia.
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