Al mismo tiempo que se aceleran e intensifican las labores de ayuda a los pobladores de las provincias noroccidentales de Pakistán que esta semana sufrieron los efectos de las lluvias torrenciales, las aguas comienzan a retirarse de los terrenos inundados y ya es posible acceder a algunas de las zonas damnificadas. El Gobierno de Pakistán y sus aliados humanitarios, como UNICEF, evalúan ahora las consecuencias del desastre natural que afectó a más de tres millones de habitantes, de los cuales casi la mitad son niños y niñas.
Los meteorólogos, entre tanto, pronostican lluvias intensas para la semana próxima, y el Gobierno ha advertido sobre la posibilidad de que se produzcan inundaciones en muchas zonas del país.
El Dr. Mohammed Rafiq, Especialista de Programa de la Oficina de UNICEF en Pakistán, regresó hoy de una visita a varias comunidades afectadas por las inundaciones en Peshawar, la capital de la provincia de Khyber Pakhtunkhwa, en la región noroccidental del país. Se trata de la parte de Pakistán que sufrió las peores consecuencias de las inundaciones. Solamente en la provincia de Khyber Pakhtunkhwa hay 2,5 millones de pobladores damnificados por el desastre.
"Nadie tiene memoria de un desastre peor que éste", comentó el Dr. Rafiq en una entrevista telefónica con Radio UNICEF.
Preocupación por las enfermedades transmitidas por el agua
El Dr. Rafiq agregó que como consecuencia de las inundaciones, que devastaron grandes extensiones de cultivos, están aumentando los precios de los alimentos. Ante esa situación, la Oficina de UNICEF en Pakistán comenzó a distribuir galletas de alto contenido energético a miles de niños y niñas damnificados.
Además de la respuesta a los desafíos en materia de alimentación, UNICEF y sus aliados se esfuerzan por prevenir posibles brotes de cólera, sarna, diarrea y otras enfermedades que se propagan velozmente en las poblaciones que viven en condiciones sanitarias deficientes o que no cuentan con acceso al agua potable.
Las enfermedades transmitidas por el agua resultan especialmente peligrosas, y potencialmente mortíferas, para los niños y niñas de corta edad.
Botiquines de higiene y camiones cisterna
El Dr. Rafiq señaló que en las zonas inundadas los trabajadores de socorro han tenido dificultades en materia de comunicación. Debido a que en esas regiones no funcionan las redes de telefonía celular, el Dr. Rafiq se dirige por radio a las comunidades de la zona dos veces por día para informar a los damnificados sobre cómo protegerse y proteger a sus hijos de las enfermedades.
"Les explico que si tienen un depósito de agua a la altura de un tercer piso por lo menos, deben protegerlo como si fuera la cosa más preciosa del mundo y sólo pueden beber agua de ese depósito", amplía el Dr. Rafiq. "Los que no tienen un depósito de agua en esas condiciones pueden hace acopio de agua de lluvia. Y si se ven obligados a beber el agua de la crecida, deberían usar siempre pastillas de purificación".
Con el fin de aliviar los problemas relacionados con el agua y el saneamiento ambiental en las zonas inundadas, UNICEF ha enviado camiones cisterna y ha suministrado botiquines de higiene a los habitantes afectados. Asimismo, ha reparado más de 70 pozos de agua que abastecen a unas 800.000 personas y ha colaborado con el establecimiento de 24 campamentos médicos con capacidad para atender a un millón de personas.
Comunidades aisladas
En las zonas que han quedado sin acceso a las rutas y caminos y que carecen de canales de comunicación con el exterior resulta muy difícil brindar a la población información vital sobre cuestiones sanitarias o transmitirle cualquier otro mensaje.
"Lo que más nos preocupa son los lugares con los que aún no hemos podido establecer contacto", comentó el Dr. Rafiq. "Las aguas han destruido caminos y derrumbado puentes, lo que complica nuestras labores. Hasta ahora, sin embargo, no se ha producido ninguna epidemia. Ojalá no ocurra ninguna en alguno de los sitios donde aún no hemos podido prestar ayuda".
En las zonas donde ya se presta ayuda de emergencia, muchos niños sufren los efectos de las aterradoras experiencias que vivieron durante el desastre natural.
"Sus padres les sacaron de la cama en medio de la noche y tuvieron que correr hacia sitios más seguros bajo un diluvio que inundaba sus hogares", describió el Dr. Rafiq. "La única advertencia que recibieron vino de las mezquitas de la localidad. Les dijeron que huyeran y salieron corriendo, descalzos y dejando atrás todas sus pertenencias".
Las consecuencias a largo plazo
Las inundaciones de Pakistán afectan a 1,4 millones de niños y niñas. Aún después que las aguas se retiren y los damnificados consigan albergue, pasará un tiempo antes de que las escuelas vuelvan a funcionar normalmente.
A pesar de los esfuerzos de UNICEF y sus aliados por restablecer la enseñanza escolar lo más rápidamente posible para que los niños se recuperen de la crisis, muchos estudiantes probablemente sufran las consecuencias de la interrupción de su educación escolar.
"Los efectos de este desastre se harán sentir durante varios años", terminó diciendo el Dr. Rafiq.
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