Las autoridades rusas informaron ayer que decretaron el estado de emergencia en torno a un centro de procesamiento de desechos nucleares en los Urales, amenazado por los incendios que desde hace semanas devoran los bosques del país. El humo, sumado a una ola de calor inédita, duplicó la mortalidad en Moscú.
Las autoridades de Cheliabinsk, en los Urales, 2.000 km al este de la capital rusa, revelaron ayer a la prensa que el viernes decretaron el estado de emergencia “en los bosques y los parques de la ciudad de Ozersk” , en torno al centro de almacenamiento y tratamiento de residuos nucleares de Maiak.
Este centro, capaz de tratar 400 toneladas de combustible al año, todavía no fue afectado. Pero el temor no es infundado. El lugar fue escenario en 1957 de una de las mayores catástrofes atómicas en la Unión Soviética.
Murieron 200 personas, según datos oficiales, y la radiactividad contaminó una zona de unos 100 kilómetros cuadrados. Para hoy está prevista una reunión de crisis.
En tanto, en Moscú, ahogada por una capa de humo provocada por los incendios forestales cercanos, la mortalidad creció de modo alarmante.
“Habitualmente mueren entre 360 y 380 personas por día. En este momento, mueren 700.
La mortalidad se duplicó” , afirmó el responsable del departamento de Salud de la ciudad, Andrei Seltsovski, a la agencia de noticias Ria Novosti.
A la ola de calor sin precedentes que afecta la parte occidental de Rusia desde principios de julio se sumó más recientemente en Moscú el humo de los incendios de la vegetación de zonas cenagosas de la región, que volvieron irrespirable la atmósfera.
El humo penetró en los departamentos, las oficinas y hasta el metro de Moscú, lo que llevó a muchos moscovitas a irse de la ciudad durante el fin de semana.
La concentración de monóxido de carbono triplicaba ayer el máximo previsto por las normas de seguridad, según fuentes oficiales.
En tanto, el Ministerio de Agricultura ruso volvió a revisar a la baja en diez millones de toneladas su proyección de cosecha de cereales para este año, que sería de 60 a 65 millones de toneladas, en lugar de los 90 millones habituales, y confirmó que mantienen la suspensión de las exportaciones, debido a la grave sequía que afecta a este país desde mediados de junio.
En 2009, Rusia, el tercer exportador mundial de trigo, cosechó 97,1 millones de toneladas de cereales. Pero este año, por la ola de calor, algunas regiones como Tatarstán (centro) ya perdieron el 80% de sus cultivos de cereales.
Según el director del Servicio Meteorológico ruso, Aleksandr Frolov, la ola de calor es la peor “en mil años”. “Ni nosotros ni nuestros antepasados fueron testigos de un fenómeno así en mil años, desde la fundación de nuestro país”, declaró. “Es un fenómeno único, que no encuentra precedentes en los archivos”, agregó.
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