Desde hace tiempo, en esta época del año aparecen las noticias que previenen acerca de las consecuencias que producirá la crónica escasez de agua en la provincia de Córdoba. Es una angustia que forma parte de la idiosincrasia y el folclore cordobés y no parece haber otro camino que la resignación a sufrirla, hasta que la lluvia ponga fin a la agonía.
Hasta ahora, esa providencia climática se ha hecho presente en tiempo y forma, al menos para no dejarnos sin agua potable. No obstante, son conocidos los desastres que produce la sequía en el norte de la provincia y las penurias que sufren los habitantes de algunas ciudades, en especial entre las que constituyen el espacio urbano denominado Gran Córdoba.
Al cambio climático, al cual aporta la tala indiscriminada de bosques, se agrega el crecimiento de la población y la consiguiente extensión de las redes. También crecen y se multiplican, a la grupa de una cierta bonanza en algunos sectores productivos, los emprendimientos que necesitan agua para su desarrollo.
La noticia de actualidad advierte que el lago San Roque está hoy apenas 35 centímetros por encima del nivel que tenía en esta época el año pasado, cuando la ciudad de Córdoba, Villa Carlos Paz y las aglomeraciones del Gran Córdoba y de las Sierras Chicas estuvieron al borde del colapso. La situación puede repetirse este año si no se producen lluvias. Y todo parece indicar que habrá todavía varios meses de sequía.
Detrás de este crónico problema, hay una lógica perversa e implacable. Aumentó el número de personas que acceden al uso de agua potable y el caudal sigue siendo el mismo. Porque, por otro lado, no se hacen las obras estratégicas imprescindibles para garantizar el suministro. Por ejemplo, Córdoba, una provincia semiárida a la que no le sobra el agua, no puede darse el lujo de traerla a cielo abierto desde el dique Los Molinos, con roturas en las instalaciones que hacen perder buena parte del contenido a lo largo de los 64 kilómetros de su recorrido. Es elemental que esa obra comience de una buena vez.
Se han hecho numerosos trabajos que aconsejan completar el saneamiento de las cuencas del lago San Roque y de las Sierras Chicas y que advierten sobre la necesidad de realizar estudios de subsuelo para determinar la ubicación de otros acuíferos. Estamos hablando de la necesidad de infraestructura básica para acompañar el crecimiento de la población y el desarrollo turístico.
También es preciso señalar la responsabilidad de los usuarios, de los que se requiere una conducta razonable en el uso de un recurso tan vital como escaso. La apelación a la conciencia para que no se derroche agua debe ir acompañada con normas que regulen el consumo, sea a través de medidores, sea a través de otro tipo de controles que eviten los descomunales derroches que se observan. |
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