El suelo arde y más de 54 personas han perdido la vida en los fuegos que aún siguen quemando grandes superficies de Rusia. Miles de kilómetros al sureste, en Pakistán, las inundaciones han matado a más de 1.500 personas y el Gobierno habla de hasta 14 millones de damnificados. Aunque los dos eventos están muy separados geográficamente están relacionados. "Todo en la atmósfera está conectado" dice Ángel Rivera de la Agencia Estatal de Meteorología.
El fenómeno que les vincula es una corriente de chorro (jet stream en inglés). Son flujos fuertes de aire que circulan por el planeta a entre siete y 12 kilómetros de altitud y a hasta 400 kilómetros por hora. Van del Oeste al Este siguiendo el giro del planeta. Y forman olas. Cuando la corriente va hacia el Norte trae altas presiones y cielos despejados; cuando va hacia el Sur causan depresiones con nubes y lluvias. Estas olas son normales, pero este verano la corriente en chorro en el hemisférico norte ha trazado un dibujo de olas persistentes, que ha dejado sistemas climáticos parados.
Mike Blackburn, del Centro Nacional de Ciencia Atmosférica en la universidad de Reading en Reino Unido, explica que un movimiento hacia el norte de la corriente ha creado un fuerte anticiclón sobre Rusia. Tres componentes han subido el mercurio a niveles máximos: cielos despejados, estabilidad atmosférica y la llegada de aires calidos desde el sur. Y en lugar de durar unos días, como es normal, lleva más que un mes sin variación alguna. Es similar a lo que pasó en España en el verano de 2003.
El anticiclón sobre de Rusia tiene otro efecto. Bloquea la corriente en chorro, que tiene que girar más al sur de lo normal como si "fuera un río pasando una piedra grande en un río". De esta forma, desplaza una fuerte depresión de aire frío y lluvias intensas a las montañas del norte de Pakistán. Esta depresión intensificó las lluvias del monzón. En la última semana de julio la depresión aumentó, justo en el momento que otra, cargada de aguas de la bahía de Bengala, subió. Las dos depresiones se unieron para causar las lluvias intensas en Pakistán el 28 a 30 de julio y las inundaciones siguientes que han provocado una tragedia humanitaria en la zona. El anticiclón también ha tenido efectos al oeste de Rusia. Una frente fuerte de bajas presiones creció al comienzo de agosto sobre el Mediterráneo dejando lluvias fuertes e inundaciones en Alemania.
En Rusia los problemas han sido tan graves porque hay retroalimentación del sistema. Las presiones altas previenen la formación de nubes y la posibilidad de lluvia. Y con el cielo despejado la temperatura del suelo aumenta y pierde la humedad a través de evaporación. Sin posibilidad de lluvias, los fuegos están servidos y el aire parado atrapa el humo cerca de la superficie, aumentando los riesgos a la salud.
Blackburn explica que no saben el porqué de estas olas persistentes en la corriente en chorro, pero que sí forma parte de los sistemas naturales de la atmósfera. Algunos científicos, como Mike Lockwood, también de la Universidad de Reading, creen que existe un vínculo entre el sol y que las olas se hagan persistentes. Sus estudios sobre series de datos de los últimos 350 años demuestran que el fenómeno es más frecuente cuando la actividad solar es más baja.
En un artículo publicado este lunes en el periódico británico The Guardian, Peter Stott, director de monitorización del clima de la agencia meteorológico de Reino Unido, explica que no se pueden atribuir este tipo de eventos individuales al cambio climático, pero sí que se puede medir la probabilidad de situaciones extremas, como las de Rusia y Pakistán. Su conclusión es que el cambio climático hace más probables estos eventos y como ejemplo cita que el riesgo de altas temperaturas en Europa se ha duplicado por actividad humana.
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