La presidenta Cristina Kirchner aseguró aquí, a sólo 50 kilómetros del Parque Nacional Los Glaciares, que no iba a vetar la ley de glaciares y dijo que se cansó de recorrer el país explicando lo que significaba el recurso del agua potable cuando era legisladora santacruceña. Nada dijo sobre la negativa de los diputados kirchneristas a aceptar la iniciativa.
En el inicio de un fin de semana largo, Cristina Kirchner incluyó el tema glaciares en el discurso que dio en el gimnasio Pablo Chernukov y también en el breve contacto con la prensa. "Los que antes me trataban de xenófoba porque protegía los glaciares, ahora dicen que no nos importan los glaciares. Siempre defendí los glaciares", afirmó.
"No la voy a vetar, las provincias en el Senado y el pueblo en Diputados han decidido qué hacer con los glaciares", aseguró la jefa del Estado.
Sectores de la oposición acusaban a la Presidenta de haber vetado la ley anterior para defender los intereses de las empresas mineras que operan en la frontera. Cristina Kirchner explicó que su decisión se había basado en la imposibilidad que le había planteado la Cancillería de hacer un inventario de glaciares en una zona que aún no está demarcada, con relación a los Hielos Continentales, en la frontera con Chile.
El acto de los Kirchner tenía ayer un sabor a regreso y contacto con los habitantes de El Calafate. Por esa razón decidieron no realizar el acto en un coqueto salón de conferencias, como en marzo pasado, y eligieron un gimnasio municipal, pequeño pero lleno de simpatizantes.
Durante el acto, Cristina Kirchner agradeció a su esposo, secretario general de la Unasur, por su aporte a la recomposición de relaciones entre Colombia y Venezuela. "Contribuyó a lograr una América del Sur unida, con diferencias, con matices, con cuestiones ideológicas y a sabiendas de que el patrimonio más importante es conseguir la paz y aceptar las diferencias", dijo.
Néstor Kirchner, entre saludos y fotos con los vecinos al término del acto, afirmó que sentía una profunda felicidad de que por primera vez en la región se hubiera podido "solucionar un tema de esta naturaleza con la gran colaboración de ambos presidentes".
El acto duró un poco más de media hora y también sirvió para entregar netbooks a alumnos del Polimodal 9. No hubo ni bombos ni banderas: fue un pedido presidencial que se cumplió a pie juntillas. Ayer, en el puesto policial de El Calafate preguntaban a los pasajeros que llegaban si pertenecían al gremio de la Uocra. Querían evitar los bombos que alteraron la paz en el acto que en febrero se realizó frente al glaciar Perito Moreno.
La despedida se extendió por 45 minutos. Nadie parecía apurado por irse. Los Kirchner por separado se entretuvieron saludando y escuchando pedidos de vecinos y recién llegados. No le dijeron que no ni a una foto. Cómo habrá sido la dedicación puesta que ante la pregunta "¿alguien tiene una carta para la señora Presidenta?", formulada por una secretaria de la jefa del Estado en la vereda del predio, no obtuvo ninguna respuesta. Todos parecían satisfechos.
UNA INESPERADA QUEJA VENEZOLANA
En medio del acto, una mujer interrumpió con gritos el discurso presidencial: "¡Cristina, soy venezolana! ¿Para cuándo los documentos para nosotros?". Molesta, la jefa de Estado alzó la voz e imitando la tonada de la mujer le respondió que estaban trabajando en el tema: "Tranqui, ya te los van a dar".
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