El agua fue uno de los protagonistas del congreso de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid). No podía ser de otro modo si se tienen en cuenta que los incrementos de población y el desarrollo económico le ponen una gran presión al recurso hídrico que, vale mencionar, ya es escaso en muchas regiones del planeta.
Y como si esto fuera poco debe tenerse en cuenta que la agricultura es el gran consumidor de agua dulce de este planeta: utiliza el 70% del total. Y el área bajo riego alcanza el 18% del total cultivado.
La utilización más eficiente del agua es la gran preocupación de los productores de punta de hoy que ven venir un futuro complicado por el cambio climático. Según los especialistas, el cambio climático no sólo significará un aumento de la temperatura sino que tendrá como consecuencia una menor oferta de agua dulce y un cambio de los patrones de comportamiento de las lluvias. Estas serán cada vez más intensas pero menos frecuentes. La única respuesta posible a este desafío climático es aumentar la eficiencia en la utilización del agua.
El primer concepto que se desprende después de escuchar las diferentes disertaciones, es que los productores deben establecer una estrategia específica para cada ambiente. Pero no sólo del establecimiento en particular sino a nivel cuenca y región, tal como puso de relieve el australiano John Williams. "Una correcta gestión del agua debe comprender también lo que ocurre en la región. Sólo de esta forma podremos enfrentar la variabilidad del clima; es decir, los excesos de agua que hacen daño en el suelo como los faltantes", afirmó Williams.
Gestionar el agua es decididamente una tarea compleja que involucra todo el arsenal de prácticas agrícolas, entre las que se destacan la siembra directa, el manejo de la cobertura del suelo y las rotaciones, más los nuevos híbridos y variedades resistentes al stress hídrico.
Otra alternativa es sin duda la implantación de cultivos de cobertura. Se aprovecha agua que con una práctica tradicional se perdería y se aporta biomasa al sistema. Se vuelve imprescindible en años de bajas precipitaciones. En definitiva, la gestión del agua útil permitirá a los productores establecer la secuencia de cultivos y la oportunidad en la aplicación de tecnología.
En regiones marginales podrá establecer a priori la viabilidad de un esquema agrícola. Algo que desarrolló en detalle el ingeniero Rodolfo Gil al presentar su experiencia en ambientes semiáridos y subhúmedos en las provincias de Chaco, Formosa y Corrientes. En estos ambientes fue posible generar una estrategia productiva exitosa que enfrentó las dificultades de tener suelos con una gran heterogeneidad y cultivos que están sometidos a una gran demanda hídrica por las altas temperaturas.
Se logró incrementar la eficiencia de captación y utilización de agua logrando aportes significativos de carbono por medio de rastrojos abundantes y buen volumen de rastrojos. La cuestión ambiental fue especialmente analizada por Williams, que predijo que en el futuro la agricultura no sólo será remunerada por la producción de alimentos o biocombustibles sino por la provisión a las sociedades urbanas de la naturaleza, los paisajes, los ríos y los estuarios.
Por Félix Sammartino Enviado especial
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