Una de las tareas pendientes de la escuela media es acentuar la educación científica y orientar vocaciones en esa dirección, lo cual llevaría a fortalecer las carreras universitarias vinculadas a la ciencia y la tecnología, en detrimento de las carreras tradicionales que hoy se hallan saturadas. Además, ello contribuiría a la extensión de nuestro sistema de investigación y desarrollo, un dispositivo clave para el progreso en el mundo contemporáneo.
La potencia creativa de nuestros alumnos es enorme, y de ello se ha dado pruebas aun en contextos educativos desfavorables. Un último ejemplo ha sido el de cinco chicos que están finalizando el secundario en distintas ciudades del país y que han sido distinguidos en la Feria Internacional de Ciencia y Tecnología, realizada en California. Uno de los premiados, constató la existencia de un nivel de bacterias más alto que lo permitido por la OMS en el agua del embalse de Santo Grande, que es utilizada por la población, y ello llevó a que el Municipio mejorara la calidad del agua.
Otros desarrollaron un dispositivo para medir la distancia de la Tierra a la Luna y un tercer proyecto descubrió un elevado nivel alcalino en las lluvias de Tandil, similar al de las que se registran en China o India, detectando que se origina en los suelos del oeste de Argentina.
Una educación más comprometida con los avances científicos resultaría, entonces, capaz de multiplicar ese tipo de proyectos y de articular la imaginación de los jóvenes con la mentalidad científica.
Los resultados de alumnos locales en la Feria Internacional de Ciencia y Tecnología ponen de manifiesto el potencial existente en ese campo, que debe ser potenciado con políticas educativas.
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