Incluso mientras el gobierno y los socorristas internacionales luchan por abastecer de alimentos y agua potable a millones de personas golpeadas por las inundaciones, crece la preocupación en Paquistán por las consecuencias del desastre para la economía, el abastecimiento de alimentos y la estabilidad política.
Abastecer de agua potable a millones de personas y evitar la propagación de enfermedades como el cólera son las prioridades. Pero también existe la amenaza de la escasez de alimentos y la suba de precios, incluso en las ciudades. Además, está el peligro de que los agricultores se pierdan la siembra del otoño, lo que aumentaría la posibilidad de un nuevo ciclo de escasez.
"Hubo una primera oleada de muertes causada por las inundaciones en sí mismas", dijo Maurizio Giuliano, vocero de la ONU. "Pero si no actuamos con suficiente rapidez, habrá una segunda oleada de muertes", generada por la falta de agua potable, la escasez de alimentos y las enfermedades transmitidas por el agua o los animales. "Es una perspectiva truculenta", agregó.
La posibilidad inmediata de una hambruna, combinada con los trastornos a largo plazo del abastecimiento de alimentos, es la principal preocupación. Maqbool Anjum, un pequeño productor de trigo de 50 años de edad que reside en el Khanpur del sur de la provincia de Punjab, dijo: "No tenemos raciones de alimentos en casa. No tenemos en este momento ni un solo grano de harina".
Durante las últimas tres semanas, agregó, él y su familia sobrevivieron con pan y encurtidos. No tenían madera seca para encender el fuego de la cocina. "Lo que hacemos es cortar las patas de nuestra cama de madera y usarlas para encender el fuego", dijo Anjum. No han sido contactados por ningún funcionario del gobierno ni ninguna organización humanitaria. Sin embargo, se supone que dentro de menos de dos meses, él y sus hermanos tienen que volver a sembrar los ocho acres de los que son dueños para la cosecha de trigo del año próximo. Y tal vez eso sea imposible.
Las deudas
Sus semillas se han perdido, al igual que la cosecha de algodón que ocupa parte de sus tierras y, junto con ella, cualquier ingreso que el algodón pudiera haberles redituado. Dos de sus hermanos perdieron sus viviendas, destruidas por las inundaciones. Por el momento, Anjum tratará de sobrevivir con el salario que su esposa gana ?50 dólares por mes? como trabajadora de la salud. Pero la perspectiva de contraer deudas cada vez más grandes parece inevitable. "Pasarán tres o cuatro años antes de que podamos cultivar cualquier cosa en nuestra tierra", dijo.
De los 4000 residentes de su aldea, la mitad posee también tierra cultivable y resultó igualmente despojada por el desastre. Esa penosa situación se repite en el caso de muchos millones más en todo el país.
Las inundaciones han dejado sumergidos alrededor de siete millones de hectáreas de las más fértiles tierras de cultivo de Paquistán, una nación cuyo puntal económico es la agricultura. Las aguas también han aniquilado más de 200.000 cabezas de ganado y se han llevado grandes cantidades de materias primas almacenadas que alimentan a millones de personas durante todo un año.
Los socorristas advirtieron que en el caso de que los pequeños agricultores como Anjum no puedan sembrar antes del momento adecuado, en la temporada de otoño, el país podría verse enfrentada a la escasez de alimentos a largo plazo.
"Si no llegamos a sembrar, estaremos en verdaderos problemas ?dijo David Doolan, un funcionario de alto nivel de la Organización de Alimentos y Agricultura de la ONU en Paquistán?. Debemos garantizar los medios de sustento, para que el año próximo no tengamos que seguir salvando vidas."
Parece imposible que el país pueda absorber por sí mismo el costo de la calamidad. En todo el territorio se han perdido puentes, plantas energéticas y redes de comunicaciones, de las que, según se calcula, hay una quinta parte bajo el agua. Arbab Alangir Khan, ministro de Comunicaciones de Paquistán, dijo que el daño sufrido solamente por los caminos tenía un costo estimado de 76 millones de dólares.
Traducción de Mirta Rosenberg
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