Las recientes catástrofes petroleras del Golfo de México y de las costas de China provocaron múltiples cuestionamientos sobre la viabilidad de la extracción petrolera en alta mar. Sin embargo, el peor derrame de crudo de la historia es el que se está produciendo en el delta del río Níger, donde hace más de 50 años los constantes vertidos tóxicos causan pérdidas de vidas y graves alteraciones al medioambiente.
Alrededor de 10 millones de barriles de petróleo han sido diseminados desde 1960 en las costas de Nigeria, en la zona donde el largo río Níger desemboca su caudal, de acuerdo con un informe realizado en 2006 por expertos nigerianos, estadounidenses y británicos, publicado por la agencia AFP.
Según varias estimaciones de ecologistas, la fuga de crudo en el último medio siglo equivale a entre 30 y 40 veces el accidente del Golfo de México.
De esta manera, los 31 millones de habitantes del sur de Nigeria conviven con los 300 derrames que se registran por año, lo que produce que no haya acceso al agua segura y que varias actividades económicas, como la pesca y la agricultura, se vean seriamente afectadas.
Además, la lluvia ácida, el persistente olor a gasoil en el aire y la escasa fertilidad de la tierra, que en varias zonas está cubierta por una capa aceitosa, ocasionó que millones de personas tuviesen que desplazarse.
De esta manera, la esperanza de vida en el delta del Níger se reduce a menos de 50 años, cuando el promedio nacional está situado en torno a los 60.
RESPONSABLES PRIVADOS Y ESTATALES
La catástrofe petrolera nigeriana comenzó en 1958, cuando el país estaba a punto de concretar su independencia de Gran Bretaña, lo que sucedería dos años después. Nigeria pasó de ser una colonia política de Londres a depender económicamente de las petroleras multinacionales, las cuales sustentan sus ganancias en las débiles legislaciones y en la elevada corrupción gubernamental, que en consecuencia gira en torno a la industria de los hidrocarburos.
El 80 % de los ingresos estatales provienen del petróleo, pero Nigeria cuenta además con ricos yacimientos de gas, carbón, hierro, uranio y oro. Del petróleo que importa Estados Unidos, casi el 40 % proviene de Nigeria, que posee las octavas reservas de crudo del mundo y las primeras de África.
Desde 1958 comenzaron a llegar las compañías petroleras: Shell, Chevron, Exxon Mobil y Total. En la actualidad, estas multinacionales contratan pequeñas empresas que dependen del Estado para realizar la extracción del crudo.
Los múltiples derrames se producen porque tanto los oleoductos como los depósitos son viejos, están oxidados y no se reponen. Pero la principal causa es el sabotaje, de acuerdo con los voceros de las empresas.
Varios grupos armados atentan contra las tuberías de combustible con varios fines. Algunos lo hacen para presionar a las multinacionales a que paguen los daños al medioambiente, otros por el simple hecho de robar petróleo para venderlo en el mercado negro y un tercer grupo es el de los mercenarios, que atentan contra empresas rivales.
Muchos de los llamados conflictos étnicos africanos tienen un origen multinacional, ya que cada empresa paga un ejército privado que la proteja de militantes ecologistas, guerrilleros y otras compañías rivales, disfrazando los enfrentamientos como guerras tribales.
Por ejemplo, la empresa Chevron admite que contrata fuerzas de seguridad equipadas con armamento pesado y helicópteros para combatir a los guerrilleros que atentan contra sus oleoductos. Varios ecologistas afirman que los salarios de las empresas privadas superan varias veces a los del ejército estatal nigeriano. Así, se crea un poder más fuerte que el del Estado mismo, ya que las compañías disponen del capital y de la fuerza militar para operar en la zona del delta.
En tanto, el mes pasado, la petrolera anglo holandesa Shell, luego de varias apelaciones fue condenada por un tribunal nigeriano a pagar 82 millones de euros por una zona que contaminó en 1970. Las leyes permisivas y la enorme tardanza de la justicia dejan las manos libres a las compañías para explotar los recursos sin ningún control y con inversiones mínimas en seguridad ambiental.
Pero las multinacionales apelan al argumento de los sabotajes para justificar semejante poder militar. De acuerdo con algunos analistas, varios de los atentados contra los oleoductos provienen de guerrillas financiadas por empresas que quedaron fuera de las concesiones de los campos petroleros, como por ejemplo la empresa francesa ELF.
Además, no deja de ser extraño que luego del ingreso de masivos capitales chinos en la industria petrolera nigeriana en 2006, los ataques contra los oleoductos occidentales se hayan reducido, lo que permite deducir que algunos de los sabotajes habrían sido financiados por Pekín.
TERRORISTAS O ECOLOGISTAS
Se suele asociar, desde el corazón de las empresas que operan en Nigeria y desde el mismo gobierno nigeriano, a los militantes ecologistas con ladrones organizados de petróleo, cuando en realidad la diferencia es muy amplia.
En 1995, el gobierno condenó a la horca al líder del movimiento pacífico Ogomi, el poeta Ken Saro-Wiwa, que se manifestaba desde 1990 contra los abusos de las empresas petroleras y la complicidad del gobierno.
Luego de la muerte de Saro-Wiwa, varias comunidades radicalizaron sus protestas, como la etnia Ijaw, que creó el MEND (Movimiento para la Emancipación del Delta del Níger).
A comienzos de agosto, los líderes del MEND amenazaron con retomar su lucha armada, dado que acusan al actual gobierno de inequidad en la redistribución de la riqueza petrolera y de evitar acciones más fuertes contra la contaminación producida por las multinacionales.
Los ataques del MEND provocaron que se incrementaran los costos de algunas empresas, que tuvieron que retirarse de Nigeria. Pero las compañías más poderosas cuentan con la protección del Estado y con su propio ejército privado.
El derrame de petróleo en el delta del Níger se produce de manera silenciosa. Los tóxicos vertidos en la costa se disimulan uniéndose a la capa de aceite, que forma parte del paisaje permanente del sur del país.
Mientras el mundo se mueve gracias al petróleo de Nigeria, la pasividad de su paisaje desolador se interrumpe cada tanto con el estallido de algún oleoducto. Pero inmediatamente después, la muerte de los ríos y de la tierra vuelve a cubrir al entorno con su trágico manto de serenidad.
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