“Es un tema que estamos estudiando y estamos preocupados con lo que estamos viendo”, dijo el Jefe de Gabinete de Ministros, Aníbal Fernández, en referencia al impacto ambiental que podría generar el emprendimiento en la provincia de Corrientes en general, y en los Esteros de Iberá, en particular.
La inquietud de las autoridades va de la mano de las críticas estadísticas de los organismos internacionales, como la Organización Panamericana de la Salud (OPS), que estiman que cada año, más de 400 mil personas se intoxican por plaguicidas todos los años, sólo en América Central.
Para 1991 se calculaba que 25 millones de trabajadores agrícolas sufrirían un episodio de intoxicación por plaguicidas y que éstos serían responsables de 437.000 casos de cáncer y de 400.000 muertes involuntarias. Naciones Unidas declaró a los plaguicidas como uno de los mayores problemas en el ámbito mundial.
“Más de 500.000 toneladas de plaguicidas obsoletos, prohibidos o caducos, se acumulan en casi todos los países en vías de desarrollo y en transición, creando una grave amenaza para la salud de millones de personas y para el medio ambiente”, afirmó la abogada, Graciela Gómez, quien desde hace años alerta sobre las consecuencias del uso de estos herbicidas en la salud de las personas y en el medio ambiente.
En el tema específico del arroz, el sitio especializado en temas ambientales, Medio y Medio, publicó que el genetista de arroz del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), Alberto Livore, junto a técnicos de la emprsa BASF Argentina, emprendieron ensayos para determinar las mejores condiciones para la obtención de los mayores resultados productivos en la zona.
De esta sociedad surgió una variedad de arroz con resistencia a herbicidas que permite controlar la maleza que ocasiona las principales pérdidas. Cabe recordar que el 100 por ciento de la superficie sembrada se fertiliza con dos métodos: Urea- fertilizante nitrogenado, y en cuanto a la implantación, se usan compuestos nitrógeno-fósforo-potasio en distintas proporciones.
Los pesticidas, plaguicidas, fertilizantes y todos los venenos agroquímicos utilizados antes y durante el cultivo en las arroceras, que se hacen por fumigación, vuelven al arroyo o laguna de donde se ha sacado el agua, y se filtran en el suelo y napas subterráneas.
El médico Jorge Kaczewer, de la Universidad de Buenos Aires, explicó que la “deriva” de los pesticidas es inevitable cada vez que se fumiga. La magnitud de la deriva es máxima a partir de la fumigación aérea, en la cual típicamente se pierde hacia la deriva alrededor de un 40 % del pesticida aplicado.
La deriva de aplicaciones aéreas rutinariamente es constatada a cientos de metros del sitio de aplicación, y puede llegar a varios kilómetros. La magnitud de deriva puede variar entre un 5 y un 60 % aunque se estima que alrededor de un 40% de una aplicación aérea de pesticidas abandona el “área blanco”.
Datos de monitoreo indican que en el 45% de los casos de los pesticidas, la mayoría de la dispersión ocurre después de la aplicación, cuando los pesticidas se volatilizan (evaporan). Los datos demuestran que la concentración de los pesticidas en el aire alcanza su nivel máximo entre las ocho a 24 horas después de iniciarse la aplicación y después bajan tras un período de varios días hasta varias semanas.
“El problema ambiental más importante relativo al ciclo del Nitrógeno es la acumulación de nitratos en el subsuelo que, por lixiviación, pueden incorporarse a las aguas subterráneas o bien ser arrastrados hacia los cauces y reservorios superficiales. En estos medios los nitratos también actúan de fertilizantes de la vegetación acuática, de tal manera que, si se concentran, puede originarse la eutrofización del medio”, explica un estudio del Departamento de Edafología y Química Agrícola de la Universidad de Granada.
Esto trae como consecuencia un elevado consumo de oxígeno y su reducción en el medio acuático, así mismo dificulta la incidencia de la radiación solar por debajo de la superficie.
“Estos dos fenómenos –agregan los especialistas-, producen una disminución de la capacidad autodepuradora del medio y una merma en la capacidad fotosintética de los organismos acuáticos”.
“La lixiviación de nitratos hacia el subsuelo puede contaminar los acuíferos subterráneos, creando graves problemas de salud si se consume agua rica en nitratos, debido a su transformación en nitritos por participación de unas bacterias existentes en el estómago y vejiga urinaria. A su vez los nitritos se transforman en ciertos compuestos cancerigenos (Nitrosaminas), que afectan al estómago e hígado”, se concluye.
“Las empresas siguen experimentando con los argentinos porque aquí se aprueban todo lo que se les rechaza en los países desarrollados”, expresó Graciela Gómez.
El proyecto de Copra S.A., del vicepresidente del Grupo Clarín, José Aaranda, y Adeco Agro, perteneciente a Soros, no sólo es peligroso por el lago artificial de 8 mil hectáreas para regar 18 mil hectáreas de arroz transgénico, sino también por todo el desastre ambiental devenido del uso de sustancias tóxicas.
Por estos motivos, la decisión oficial de llevar el caso a las instancias judiciales es plausible, independientemente de las razones que hayan llevado a esta situación. No importan tanto las causas cuando los efectos benéficos para el medio ambiente y para la gente serán potencialmente más trascendentes.
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